Aunque Iván Fandiño consiguió ser el primer matador de toros que corta dos orejas de un mismo astado en estos Sanfermines, el gran protagonista de la penúltima corrida de la feria fue Juan José Padilla, recibido y tratado como un auténtico ídolo de los tendidos de sol ... y de los de sombra.
Padilla y Fandiño salieron a hombros de la plaza, ambos con dos orejas en el esportón, aunque el de Jerez aún pudo hacerlo con dos más de haber atendido el presidente la fortísima petición del segundo trofeo que el jerezano tuvo en sus dos turnos.
Desde que salió al paseíllo Padilla desató tanto la pasión de los pamploneses que al entregado público no le importaron los reales méritos de sus faenas para mostrarle su cariño con una desmedida generosidad. Pero, aparte de pasiones, cuatro orejas hubieran sobrevalorado en exceso su labor ante dos toros de muy distinta condición pero en las que Padilla usó similares y astutos argumentos: largas cambiadas de rodillas, variados pares de banderillas y un toreo populista y plagado de guiños a la galería que conectó perfectamente con el ambiente festivo y a favor de corriente de la plaza. Cada rodillazo, cada desplante, cada molinete, cada adorno y artificio del diestro gaditano con el manso y huido primero así como con el noble y profundo cuarto tuvieron una respuesta entusiasta desde las peñas.
Justo desde allí no cesaron de surgir banderas piratas y un largo repertorio de cánticos elogiosos hacia un torero tratado como un héroe deportivo, que hoy en Pamplona se dio un nuevo baño de multitudes.
También generosa fue la segunda oreja concedida a Fandiño tras la lidia del tercer toro. Fue este otro de los dos únicos ejemplares de Fuente Ymbro que tomó con entrega y nobleza los engaños, y el diestro vizcaíno le hizo una faena reposada y suave, en la estrategia y en el pulso de los pases. Se acompasó más Fandiño con las buenas embestidas de mitad del trasteo en adelante, pero el animal fue perdiendo gas y restándole vibración a los embroques, hasta que el vasco remató la obra con una limpia y buena estocada, que fue la que no luego pudo cobrar con un sexto que tuvo un violento genio imposible de atemperar.
A Miguel Ángel Perera le correspondió un pésimo lote, formado por un torancón desabrido y peligroso y un sobrero escurrido que no pudo seguir la muleta dos veces seguidas con un mínimo recorrido.
Jerez
Padilla y Fandiño hacen vibrar al tendido
El jerezano supo responder al entregado público pamplonés, que ya le trata como a un ídolo
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