Por estos días, gracias a la concesión del Primer Premio Nacional de Educación Miguel Hernández, del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y que reconoce la importancia que debe darse a la eliminación de las desigualdades ante la educación y a la supresión de las discriminaciones de los grupos desfavorecidos, el Centro de Educación Permanente de personas adultas Polígono Sur, el cual tengo el orgullo de dirigir, ha podido convertirse humildemente en el altavoz de los vecinos y vecinas de esta zona de Sevilla, tantas veces silenciada o llevada a los medios de comunicación por su lado más morboso y cruel, el de la marginalidad, la drogadicción y la violencia.
Sin embargo, Polígono Sur lo constituyen seis barrios (La Oliva, Antonio Machado, Martínez Montañés, La Paz, Las Letanías y Murillo), con más de 40.000 habitantes y una enorme riqueza intercultural y social, fruto de las distintas procedencias de sus vecinos.
Este premio pertenece al Polígono Sur, a sus hombres y mujeres, porque a pesar de cargar día a día con la lacra social y el aislamiento de este injusto sistema, su gente sueña con transformar los seis barrios que componen esta castigada zona de Sevilla, que tiene las cifras más altas de desempleo y donde aún existe analfabetismo. No parten con las mismas oportunidades que aquellos que tienen un nivel socioeconómico más alto. Pero se levantan día a día para formarse y poder trabajar.
Son un ejemplo de comunidad vecinal, de lucha y dignidad. Por eso es tan importante el papel de la Educación, y la Escuela pública es la única presente en la zona, la única que ofrece oportunidades a todos y a todas. El Gobierno y la sociedad deben ser responsables y solidarios con el desarrollo de sus pueblos e invertir más en aquellos que menos han recibido y que más lo necesitan. Eso es justicia social. Cualquier proyecto educativo que priorice la competitividad hacia la sociedad de mercados, que segregue o que establezca carreras de competición entre sus centros educativos, se estará equivocando.
La Educación constituye un enorme motor de transformación social. En el Polígono Sur hemos tejido, desde el compromiso, una enorme cadena de manos para contribuir a la mejora de la vida de las personas y a construir ese otro mundo posible que, al fin y al cabo, debe ser el principal objetivo de cualquier sistema educativo. Y lo hemos hecho en el marco del Plan Integral que desarrolla el Comisionado como guía para todos los profesionales que allí trabajamos, conscientes de que sólo una labor coordinada y pensada en conjunto, vinculada al trabajo que se realiza en otros ámbitos como el empleo, la convivencia o la salud, nos conducirá hacia esa sociedad mejor.
Los maestros y maestras que trabajan en los doce centros educativos públicos de la zona han elegido, desde el compromiso personal y social, hacerlo allí y la Delegación Territorial de Educación, Cultura y Deporte de Sevilla lo ha hecho posible. La Educación de Personas Adultas lleva 34 años, en Andalucía, posibilitando el desarrollo integral de aquellas personas que no tuvieron oportunidades educativas y ofreciendo nuevas ventanas para reescribir la vida. Mi reconocimiento a los compañeros y compañeras que la iniciaron y siguen emocionándose cada día en las aulas.
Este premio lleva el nombre de un poeta comprometido, el poeta del pueblo, quien tuvo que abandonar muy pronto la escuela y vivió la desigualdad y la pobreza. También intentó ser silenciado, pero su poesía fue siempre una muestra de compromiso continuo y así describió en su poema Vientos del pueblo a nuestra comunidad: “Andaluces de relámpagos, nacidos entre guitarras y forjados en los yunques torrenciales de las lágrimas”.
Los que creemos en la Escuela pública seguiremos defendiéndola desde las aulas y demostrando que cualquier persona, por más dificultades que tenga que enfrentar, si se cree en ella, con apoyo, motivación y compromiso, puede llegar a la Universidad, y devolver a la sociedad todo lo que le ha dado.