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La tribuna de Viva Sevilla

Feminismo razonadamente incorrecto

El profesor Jorge Benavides analiza por qué el igualitarismo no es posible dentro de la sociedad competitiva en que vivimos.

Si no fuera por ella, no habríamos nacido. Ella nos dio la primera lección de afecto, nos enseñó las primeras palabras y los principios de lo trascedente. Él, impuso las normas, la disciplina, el orden a su manera.  Los dos y sus hijos  han hecho posible el mundo en que vivimos pero siempre condicionados por la institucionalidad, la iglesia, el estado, las circunstancias históricas, los gobiernos y últimamente el capitalismo globalizado que se filtra hasta en nuestra más profunda intimidad a través de las pantallas; pues, ella, él y ellos, son igualmente explotados sin disponer más alternativa que de las migajas legales o de la libertad de protestar con manifestaciones de cierta manera, también absorbidas por la industria material e inmaterial, más banderas, camisetas, pancartas, videos, operadoras de TV, más periodistas para alimentar el consumo

El tiempo del otium ha sido incorporado al del negotium Después de la primera revolución industrial interesaba incorporar mano de obra barata a la producción en cadena: las mujeres. Una vez captadas, en Chicago sufrieron explotación. Hicieron las primeras reivindicaciones obreras; luego en Europa, destacadas mujeres de manera inteligente, entre otras Louise Michel, Flora Tristan, Rosa Luxemburgo, etc. rescataron la presencia de la mujer en la historia del pensamiento.

Poco  a poco se fueron definiendo las referencias teóricas y de acción del feminismo. En España se quería abandonar la casilla en la que identificaban su trabajo: S.L, Sus Labores, mantenido y protegido por el Caudillo para tener la posibilidad de acceder a los oficios y las nuevas profesiones universitarias. De alguna manera lo consiguió la Constitución del 78: todos somos iguales ante la Ley, gozamos de los mismos derechos y en teoría de las mismas oportunidades.

Sin embargo, en la práctica no es así: entre quien tiene o no formación no es posible. El igualitarismo no es posible dentro de la sociedad competitiva que vivimos. Somos mercancía, vendemos nuestra fuerza de trabajo a quien está interesado en las injustas condiciones impuestas. No es posible la igualdad del salario de las mujeres al de los hombres porque éstos son injustos y el de los hombres llevarlos a la baja sería absurdo. Sin distinción de sexo y edad, el precio del trabajo cada vez vale menos; en todo caso, el de los trabajadores, insuficientes y el de los jefes y políticos, inalcanzables.

Este es el problema. La tradicional pero unificada reivindicación laboral válida para todos, ha sido dividida por el sistema imperante y los beneficiarios son como siempre los mismos: el poder, la industria y los gobiernos, no los trabajadores porque trabajan en condiciones injustas. El machismo está en la relación de pareja, en la intimidad y dentro de la familia pero al respecto se dice poco.

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