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La tribuna de Viva Sevilla

El síndrome de Diógenes en la Vía Láctea

Ignacio Montaño, excomisario de Sevilla en la Expo’92, diserta sobre el cristianismo actual y los ataques que sufre

Parece tristemente confirmado que nunca hubo más mártires entre los seguidores de Jesús de Nazaret que en estos tiempos presentes y que nunca la Iglesia Católica tuvo más enemigos ni mejor organizados.

Algunos sin embargo seguimos reconociendo la mano de un Autor en la creación de esos miles de millones de planetas que suponen miles de millones de causalidades


Entre estos últimos destacan determinados imperios del mundo de la comunicación que no ocultan su guerra abierta contra cuanto se mueve en el Vaticano.


Mientras tanto, los fieles nos vamos encogiendo y desde la catacumba a la apostasía da la impresión de que no estamos ni se nos espera.


A título de ejemplo, podemos ver unas recientes declaraciones del premio Nobel de Física Michel Mayor, descubridor del primer exoplaneta en 1984, en uno de los periódicos de mayor difusión nacional.


En la crónica se pone de manifiesto que “desde entonces se han descubierto 4.057 exoplanetas, algunos de ellos del tamaño de la Tierra y con capacidad de albergar vida”. Y este extremo bien significativo lo multiplica cuantitativamente el premiado al afirmar de forma apabullante: “Las estadísticas dicen que hay miles de millones de planetas en nuestra galaxia, la Vía Láctea”


¡En una sola galaxia!


Ante estos datos habrá que renunciar a expresar el número de exoplanetas existentes en las galaxias del universo mundo -junto a otras realidades astrales- aunque sólo sea por las dificultades de lectura de las cifras resultantes.


Y en este contexto aparentemente inocuo, el entrevistador, después del prólogo científico, pregunta: ¿Cuál es el sitio de Dios en el universo?


Y la respuesta: “La visión religiosa dice que Dios decidió que sólo hubiese vida aquí, en la Tierra, y la creó. Los hechos científicos dicen que la vida es un proceso natural. Yo creo que la única respuesta es investigar y encontrar la respuesta, pero para mí no hay sitio para Dios en el universo”.


¡Que era el titular que se buscaba!


Porque para este medio de comunicación que capitanea a diario, golpe a golpe, una campaña descaradamente orquestada contra el catolicismo aquí termina el reportaje, aunque sigan las preguntas y respuestas de carácter científico para especialistas en la materia.


Nada que objetar desde la libertad de expresión, incluso aunque la intención fuera practicar sibilinamente casi una obra de misericordia de las nuestras, enseñar al que no sabe: al que no sabe que Dios no existe, por supuesto.


El método de enseñanza: se busca al lector medio al que se encandila con el titular y al que se adoctrina en el ateísmo con el concurso del personaje famoso y premiado.


Quizás el preámbulo “orientador” de la pregunta del periodista deje las cosas todavía más claras: “Giordano Bruno, que fue quemado por la Iglesia en el siglo XVII, propuso que hay muchos otros sistemas solares en el universo, lo que no encaja con el relato cristiano de la creación”


A eso se llama poner el toro en suerte.


Más claro agua: al menos desde el siglo XVII la Iglesia andaba ya contando cuentos chinos en base a los mitos del Génesis.


Y estas apariciones, como cuando un premio Nobel de Literatura defiende el aborto, se aderezan a diario con noticias del Vaticano escritas sobre la falsilla de la doble intención y dejando siempre un tufillo permanente de corrupción, pederastia, antifeminismo y rigidez en la Iglesia, la católica por supuesto.


Algunos, sin embargo, seguimos reconociendo la mano de un Autor en la creación de esos miles de millones de planetas que suponen miles de millones de causalidades y no nos conformamos con las casualidades.


¿No será que al Creador se le fue la mano -¡la mano de Dios!- y que realmente no hay sitio para Él, porque no cabe entre tanta obra maravillosa?


Hasta ahí llego, hasta ver a mi Padre Dios Creador con el síndrome de Diógenes que casi no puede moverse en su casa del Universo rodeado por todas partes de galaxias, planetas y exoplanetas llenos de vida. Que, por cierto, mientras escribo estas notas y según los científicos siguen apareciendo.

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