EN FEBRERO de 2007 un grupo de arqueólogos que supervisaba los restos de una villa romana en Mantua (Italia) descubrió los esqueletos de un hombre y una mujer muy jóvenes con más de cinco mil años de antigüedad que habían sido enterrados uno frente al otro y superpuestos en forma de abrazo. El hallazgo fue popularizado como Los amantes de Valardo.
“El fallecimiento del hombre y el posterior sacrificio de la mujer para ser enterrada con él es una de las hipótesis que se barajan para explicar la postura de enterramiento”; así nos lo aclara el cantautor Pedro Guerra, quien se inspiró en el hallazgo para componer 5.000 años, una de las mejores canciones de su más reciente repertorio: “ Cinco mil años y aún estoy por tus huesos,/ abrazado a tus huesos,/respirando tu olor./ Cinco mil años/y no pudo ni el tiempo, a través de los tiempos, eludir la pasión./ Y nos encontrarán,/ y sabrán que alguien te amó./ El devenir será testigo de cómo al hilo del amor viví una eternidad contigo”.
Pocos meses después del caso italiano, la ciudad de San Fernando (Cádiz) vivió un hallazgo similar: durante las excavaciones en una zona donde se iba a construir un campo de hockey aparecieron los esqueletos de una pareja enterrada en forma de abrazo hace algo más de cinco mil años.
Hasta esta semana eran conocidos como Los amantes de La Isla, pero la realidad, en este caso la científica, tan caprichosa como otra cualquiera, ha querido poner fin a una bonita historia, ya que los resultados de la investigación en torno a los restos determinan que puede no tratarse de una pareja de enamorados, sino de una pareja paterno filial (padre o madre e hija), por las edades asignadas a cada cuerpo.
En cualquier caso, sea de una u otra forma, la historia de amor prevalece, tan conmovedora como antes, tan eterna como antes, tan arraigada a las emociones como antes, definitiva en su victoria sobre el tiempo y sobre las cosas, tan fugaces, tan prescindibles, que ocupan nuestra mente cinco mil años después.
