Los deportistas de élite han sido un codiciado objeto para el mundo de la publicidad desde hace ya varias décadas. Ligar la imagen de un atleta reverenciado por el público a un determinado producto es práctica común y conocida por todos. Y ese producto puede ir desde una marca de refrescos, hasta maquinillas de afeitar, coches, compañías de seguros..., incluso hasta gobiernos, empeñados en aprovechar las sinergias emanadas por una determinada estrella del balón o de las dos ruedas.
Este fin de semana he tenido la oportunidad de ver el montaje de la compañía Animalario sobre el boxeador José Manuel Urtain Azpiazu, campeón de Europa en 1970 y al que Franco recibió en el Pardo para fotografiarse a su lado consciente de la repercusión social de la instantánea. Urtain coincidió en el tiempo con otros grandes deportistas nacionales que también acumularon grandes victorias, caso de Angel Nieto, Santana y Orantes. De ellos, el caso de Urtain era el más peculiar: lo acusaban de no saber boxear, incluso de que sus combates estaban amañados, pero, como dicen en la obra, “siempre estuvo en contra de la independencia de las vascongadas, se reconocía español y vasco, admiraba al Caudillo y, sobre todo, encarnaba los cojones de España”, y tales atributos tuvieron su consecuente utilización por parte del régimen y de marcas como Soberano -ya saben, “es cosa de hombres”.
Hoy en día todo es más sofisticado, y también más peligroso. Entrenadores como el argentino Julio César Menotti han puesto el acento en el asunto en más de una ocasión, hasta el punto de criticar que en las actuales circunstancias los jugadores han dejado de ser de los clubes para pasar a manos de las marcas para los que prestan su imagen a cambio de enormes sumas de dinero.
Menotti iba más allá, e incluso culpaba a esas mismas marcas de incidir en el rendimiento de los jugadores, contribuyendo a su desconcentración y a una agitada vida social que tenía su repercusión en el rendimiento sobre el terreno de juego. Seguro que tienen en mente más de un nombre que pueda responder a este perfil. Beckham es uno de ellos; más aún, ha sido el icono absoluto. Dicen que Cristiano Ronaldo es ya el encargado de sucederle en el trono. Por eso, después de lo ocurrido en el partido contra el Málaga, uno no puede dejar de preguntarse si las causas del manotazo hay que buscarlas dentro o fuera del terreno de juego, si sólo se trataba de un lance del juego o una consecuencia directa del frenético ritmo de vida de la estrella.