La crisis de todas las crisis

Publicado: 22/10/2022
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

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El último lastre lleva por nombre euríbor, y más que una pesadilla va a empezar por quitarle el sueño a muchas familias.
En la película Carmina o revienta, en uno de los monólogos que Carmina Barrios le dedica a la cámara para relatar su situación personal, se ve interrumpida por alguien que aparece en la casa y empieza a contarle las dificultades para llegar a fin de mes. Viene a concluir, más o menos, con que no sabe ya “de dónde tirar” para conseguir algo de dinero para devolver deudas, afrontar facturas o hacer la compra. Es entonces cuando Carmina remata: “Pues yo, como no me tire de los pelos del higo no sé de dónde voy a tirar más”. No solo suena ordinario, es que lo dice con esa superioridad ordinaria de la que hace gala en toda la película, y con la que, nos guste o no, retrata la desesperación que vive, pero es que también se parece a la que se relata y se vive en muchos hogares españoles en estos momentos a causa de la crisis de todas las crisis.

Según datos aportados ayer por el Ministerio de Inclusión, el ingreso mínimo vital abarca ya a más de 500.000 hogares españoles y a 1,4 millones de personas. Sin embargo, el objetivo es llegar a los 640.000, para lo que se ha puesto en marcha una campaña para extender su alcance a través de un autobús que recorrerá 40 localidades de toda España para informar, asesorar y captar solicitudes, en respuesta a su vez a los problemas burocráticos que encuentran muchas familias para acceder a este tipo de ayuda.

La iniciativa deja entrever un fallo evidente en un sistema que es incapaz de tramitar todas las peticiones que está dispuesto a asumir, pero también subraya este afán constante del ejecutivo por la propaganda como vehículo imprescindible para compensar los vaivenes de un presidente del Gobierno más preocupado por los datos de las encuestas y los problemas de su docuserie para encontrar plataforma que la emita, que por lo que en este momento quita el sueño a una amplia mayoría de españoles -cómo llegar a fin de mes- y de muchos empresarios -hasta dónde podrán aguantar con los actuales costes de la energía o de las materias primas-.

Precisamente, el presidente de los autónomos, Lorenzo Amor, ha defendido esta semana en 7 TV el ingreso mínimo vital, pero para contraponerlo con otro tipo de ayudas que van en contra de la creación de empleo misma, por el mero hecho de que esas ayudas no se hacen compatibles con el trabajo: “Como no lo hagamos así, la gente no renuncia a determinadas ayudas. Que las veo muy bien, y yo digo que las ayudas tienen que estar, pero tenemos que hacerlas compatibles como se ha hecho con el IMV, si no vamos a tener un problema de mano de obra. Porque hay gente que te dice que no a una oferta de empleo, porque prefiere estar cobrando determinado tipo de ayuda”.

En el fondo, Amor pone sujeto y predicado a lo que la pasada semana había que entenderle -y se le entendía perfectamente- a Javier Sánchez Rojas cuando decía que el sistema actual de ayudas al desempleo “estimula otras cosas”. Lo cierto es que ya no se trata solo de una percepción del presidente de los empresarios de la provincia, ni del presidente de los autónomos. Hace unos días, el secretario general de COAG, Miguel Pérez, reconocía igualmente que en el campo hace falta mano de obra y que le sonaba “mal” esa “ecuación” de “listas del paro llenas” y agricultores “con problemas para encontrar cuadrillas”.

Evidentemente, algo se está haciendo mal, o de forma manifiestamente mejorable, cuando ya no se trata solo de apreciaciones personales, de conversaciones en la barra de un bar o subidos en un ascensor, sino de la constatación de quienes se encargan de evaluar la realidad del tejido socioeconómico del territorio. Y lo que constatan viene a mermar aún más la moral con respecto a una pesadilla que se ha convertido en recurrente y que viene a ser como incorporar lastres de plomo en nuestros bolsillos para que volvamos a sumergirnos en las profundidades, da igual si es por una burbuja, un virus o una guerra. El último lastre lleva por nombre euríbor, y más que una pesadilla va a empezar por quitarle el sueño a muchas familias.

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