Hace una semana incidíamos en el hecho de que la liga de fútbol española se haya desvirtuado de tal forma a lo largo de la presente campaña por la enorme brecha abierta entre los dos únicos equipos con opciones de ganar el campeonato y todos los demás. El caso es que no se ha parado de hablar de la desigualdad manifiesta entre esos dos equipos y los otros conjuntos y, por ende, de la propia desigualdad de la liga en sí misma, y resulta que llegamos a la última jornada sin nada decidido, con las espadas en todo lo alto -otra de las célebres frases patentadas por los comentaristas deportivos-; o lo que es lo mismo, con una igualdad sin precedentes entre los que quieren ganar y los que quieren salvarse. A tal punto ha llegado la cosa que en más de uno de los cinco partidos decisivos que se disputan esta tarde podría establecerse la mítica regla de pachanga entre amigos de “el primero que marque gana”. Al menos sería una forma de poner fin a tanta tensión acumulada por adelantado.