Esa fue la cantidad invertida por Florentino Pérez en fichajes para el Real Madrid. Cuando uno invierte a esos niveles suponemos que se esperan resultados. Y puede que esos resultados hayan sido positivos, al menos en el plano económico, pero no lo han sido en el plano deportivo, que era la plusvalía emocional que aguardaban los aficionados madridistas que el pasado verano hacían cola para acudir a la presentación de los fichajes y comprar sus camisetas o que a lo largo de la temporada se han plantado ante los televisores para disfrutar de las nuevas “glorias deportivas” campeantes por España. Cualquiera diría que por cada millón puesto Florentino Pérez ha ido acumulando kharmas y que su osadía en tiempos de crisis se ha visto correspondida con partidos de infausto recuerdo, como el del Alcorcón, el del Olimpique o el último ante el Barça, aunque lo cierto es que el único defecto de esa inversión es la de haber coincidido ante el periodo más exitoso del eterno rival.