Los protagonistas de la novela Historias del Kronen se retaban por la noche dejándose colgar desde el puente de Eduardo Dato, sobre el asfalto del Paseo de la Castellana en Madrid, para comprobar quién tenía más agallas y era capaz de aguantar más tiempo suspendido sobre el vacío. Según explica su autor, José Angel Mañas, la novela cuenta la vida de un grupo de jóvenes, “criados en la cultura audiovisual y fascinados por la violencia, que se mueven en un mundo cerrado dominado por las drogas, el sexo, los bares de copas...” Han pasado 16 años desde entonces, y la definición bien puede seguir vigente. No vale generalizar, pero aquellos excesos, aquella ansiedad por la adrenalina, no debe encontrarse muy lejos de los impulsos que han llevado a un considerable número de jóvenes, adictos a la noche balear, a practicar durante este verano el balconing, retando a la gravedad, a la misma física y, por supuesto, a la cordura y el sentido común.