Las decisiones que enfadan al pueblo

Publicado: 27/10/2012
La alcaldesa actúa bajo la premisa del “voy a arreglar esto”, pero otra cosa es que el convencimiento le lleve a la plenitud de aciertos, sin olvidar que en el haber de su victoria electoral también pesó el demérito de su predecesora
Harold Burson es mundialmente conocido como el Rey de las Relaciones Públicas. Tiene 91 años y con esa edad ha tenido la oportunidad de conocer muchos gobiernos, muchas recesiones -con 8 años tomó conciencia del crack del 29- y demasiadas guerras. Ha estado en España hace unas semanas y como a todo apreciado norteamericano de su nivel y semejante condición se le ha preguntado por la crisis, por la actual, por la capacidad de la clase política para ayudarnos a salir de la misma y por la percepción de nuestro país desde el exterior. No es que haya que estar de acuerdo con todo lo que dice, pero esos 91 años le dan cierta ventaja a la hora de soltarnos a la cara sus conclusiones sin necesidad de caer en la condescendencia.

Burson, por ejemplo, es de los que sostienen la peligrosa e infame coletilla del “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, pero su teoría rehúye al menos de la bobaliconería con que otros suelen pronunciarla sin saber a qué se refieren: “Los beneficios a los que la gente se ha acostumbrado son tan caros que no pueden ser financiados. Hay que renunciar a ellos. Y a la mayoría de las personas no les gusta prescindir de las cosas. ¿Por qué tengo que pagar más impuestos? Eso se pregunta la gente. La respuesta es muy simple, pero nadie quiere oírla”. 

Más interesantes, no obstante, son sus apreciaciones acerca del papel que la clase política debe jugar en estos momentos, a la que sitúa en la encrucijada del ser o no ser, del sillón frente a la derrota: “Los políticos quieren mantener sus trabajos. Y para arreglar esto hay que tomar decisiones que van a enfadar mucho a la gente”, dice. En su opinión, quien opte a la elección de un alto cargo público -habla de un presidente del gobierno, del de su país, pero lo mismo puede decirse de un presidente autonómico, del de una diputación o del alcalde-presidente de un ayuntamiento-, debe hacerlo bajo la premisa de “voy a ser un presidente de una sola legislatura. No quiero ser reelegido. Pero voy a arreglar esto”. “Por desgracia -concluye-, nadie ha llegado al poder con esa actitud”.

Cualquiera diría que hablaba de Rodríguez Zapatero y de su sucesor Mariano Rajoy, o, en general, de cualquier otro gobierno de signo socialista que en el transcurso de los últimos dos años ha sido relevado por otro del Partido Popular, hundidos los primeros por su incapacidad para adoptar soluciones realistas -algo complicado para quien incluso negaba cualquier presagio de crisis- y a la intemperie los segundos, porque aunque estén convencidos de que tienen las soluciones para salir de la crisis, se las ocultaron al pueblo que les eligió y, lo que es peor, se las siguen ocultando.

En Jerez, sin ir más lejos, la alcaldesa está tomando decisiones que han enfadado mucho a la gente, como dice Burson, pero siempre bajo la premisa del voy a arreglar esto, bajo la actitud que reclama el norteamericano. Otra cosa es que confunda su convencimiento con la plenitud de aciertos y que, además, pretenda mantener el mismo respaldo electoral que en 2011, sobre todo si se tiene en cuenta que en su haber jugó un papel fundamental el demérito de la gestión de su predecesora. Pero, insisto, si se cumplen sus previsiones a corto plazo, saldremos muy pronto de dudas, aunque ese corto plazo se haya alargado más de la cuenta ante el retraso en la publicación de la prórroga de la licitación de la gestión del ciclo integral del agua, lo que no invita a pensar en errores de tramitación y sí en la necesidad de ganar un poco más de tiempo.

Ahora que llega noviembre, con la recaudación del IBI a manos llenas, debe reinar la tranquilidad -¿o acaso nadie ha caído en la cuenta de la precipitación con que se convocó la huelga de limpieza en los colegios?-, aunque para no interrumpir la secuencia de titulares ya tenemos convocada la de basura para el próximo viernes. Tampoco hay que negar la precipitación en quienes ni siquiera se han sentado a negociar una alternativa a los planes de la empresa y ya han convocado la huelga, pero el Gobierno también se haría un favor si no respondiera a las presiones como si fuese el portavoz de la empresa y sí como quien debería llevar parte de la voz cantante. Eso debería entrar en el plan del voy a arreglar esto.

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