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Lo que queda del día

Al borde del precipicio de un nuevo año

La clase política tiene predilección por las muñecas rusas: cada matrioska alberga otra más pequeña con nuevos mensajes e incógnitas, algunas sin respuesta, como ocurre ahora con el ahorro previsto en personal

Cuentan que Enrique Tierno Galván, en su etapa de alcalde de Madrid, y ante el empuje del que terminaría siendo su sucesor, Juan Barranco, solía calmarlo llamándolo bravuconamente “Juanito Precipicio”. La experiencia le dictaba que precipitarse no era nada aconsejable en el mundo de la política, y menos en el de la vida municipal. Y si no lo es en el de la política, imagínense en el de la economía. Tal vez por eso mismo, aquí, en España, hemos sido un poco comedidos -o la gilipollez de políticamente correctos- a la hora de traducir la nueva crisis financiera que se está viviendo en Estados Unidos, y hemos subtitulado el “fiscal cliff” por “abismo fiscal”, que ya de por sí impone, pero no tanto como traducido literalmente: “precipicio fiscal”. Muy mal deben ir las cosas para que hasta la poesía haya tenido que franquiciar sus metáforas ante la presión de los mercados y ayudarlos a disfrazar sus amenazas con elegancia. 

No sé a ustedes qué les parece, pero a cada día que pasa y sigo a Barack Obama en el telediario le veo peor cara, y no creo que sea porque haya tenido que dejar sus vacaciones en Hawaii. Hoy lo han mostrado dirigiéndose a su Air Force One bajo unos nubarrones negros después de mostrarse “moderadamente optimista” -igualmente sospechoso que los republicanos- a la hora de cerrar un acuerdo el día 1. Me da que nos van a dar el año sin tiempo a hacer la digestión de las uvas, porque sea abismo o precipicio el porrazo nos va a doler con efecto retardado. Como decían los extraterrestres de El milagro de P. Tinto antes de entrar en caída libre: “¿Crees que podremos tomar tierra?”; “mi comandante, se va usted a hartar”.

En Jerez habrá que atarse bien los machos para empezar el año, porque aunque no sea cuestión de recibirlo a puerta gayola, la primera embestida en la frente está claro que nos la va a dar este mismo miércoles con los nuevos datos del desempleo, e incluso antes de que suenen clarines para el cambio de tercio ya sabremos a qué tipo de faena nos exponemos. Basta con que, en apenas quince días, termine de girar en el aire la moneda y decida si cae de cara o de cruz. Para el Gobierno local, la cara será la de la empresa del agua dispuesta a quedarse con la gestión de Ajemsa; la cruz, la de una sentencia judicial contraria a la aplicación del ERE municipal, aunque hay cabida para más combinaciones, algo inevitable ante la obsesiva predilección de nuestra clase política por las muñecas rusas: cada matrioska alberga otra más pequeña con nuevos mensajes e incógnitas.

El último nos remite al ahorro previsto de personal y al ahorro efectivo recogido en los presupuestos de 2013; un incómodo desfase que, por ahora, carece de respuesta por parte municipal y hasta del PP, tan habituado a responder casi sin tiempo de dilación a cada punzada del partido de Pacheco. Persiste el silencio, y ya se sabe que a y cuarto y menos cuarto se hace un silencio para que pase un ángel, pero éste parece que alberga toda una procesión celestial mientras esperamos a que alguien saque punta al lápiz y explique dónde está el error, que seguro que lo hay -ya dije que en cuestiones de economía, y hacer unas cuentas lo es, tampoco hay que precipitarse-.

Donde sí empiezan a salir las cuentas es en el Ministerio de Hacienda -ya era hora-, que además le ha concedido a Jerez el privilegio de chafarle la primicia al bipartito andaluz al anticiparle las medidas extraordinarias que pretende poner en práctica este próximo año para aliviar la asfixia económica de ayuntamientos como el de Jerez, que ya no tienen donde escarbar en busca del tesoro posible para cumplir con sus compromisos de pago.

La maniobra ha tenido su gracia, sobre todo después de que Joaquín del Valle casi le destripara el argumento a la alcaldesa, que vino a ser como contarle el final a alguien que no ha visto El sexto sentido.

En la nota de prensa remitida tras la reunión en Madrid sólo había cabida para un único tiempo verbal, el condicional, pero aquello tenía visos de confirmación, y Diego Valderas, a contrapié, así lo hizo un día más tarde. No todo el mundo puede permitirse el lujo de despedir el año con buenas noticias, aunque lo haga al borde del precipicio del año nuevo.

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