Judas, estadistas y electoralistas

Publicado: 27/12/2014
Hoy día, esos Judas serían los políticos corruptos, los banqueros con tarjetas black y hasta los sindicalistas de mesa y mantel con langostinos, salvo que la rabia ya no se funde con cada crítica, sino que puede dirimirse en las urnas
Del año que estamos a punto de estrenar sólo se pueden vaticinar dos cosas muy ciertas: que para algunos será tan breve como llegar a final de mayo, mientras que al resto se nos seguirá haciendo tan largo como llegar a fin de mes, y que su protagonista será el inspirador de un círculo que parece adoptado del anillo de Tolkien, forjado para gobernarlos a todos, pese a que le inspiren más las insidias de Juego de tronos.

Lo que nadie se atreve a vaticinar es cómo acabará mayo ni cuánto tardará en difuminarse el alcance del experimento mediático del líder de Podéis -conjugación verbal autoexcluyente reivindicada por Arcadi Espada y a la que ya se suma hasta mi vecino Bomarzo-, tanto por lo que les toca a unos como por lo que les trastoca a otros, dentro del imprevisible territorio político por el que transitamos desde mayo pasado cuando las urnas dijeron “este cuento se acabó”.

En cualquier caso, a estas alturas sigo sin saber si Pablo Iglesias prefiere gobernar o ser digno de estudio, y puesto que para lo primero sigue sin definirse, habrá que sostener lo segundo, entre otras cosas como estudiado encauzador político de lo que hasta hace poco sólo eran conflictos sociales.

Antonio Mondéjar, al que siempre atiendo por su habilidad para leer entre embarulladas líneas, me percata de un detalle que subraya asimismo la simbología sobre la que se asienta el proyecto: la ejecutiva de Iglesias la componen once personas; y advierte, no doce. La conclusión: le sobraba Judas, extirpado y expuesto como emblema de la casta, como aquellos muñecotes colgados antiguamente en los pueblos de fachada a fachada, en Semana Santa, para que los vecinos castigaran su traición, como describía Juan Ramón Jiménez en Platero y yo: “No creo que haya quedado escopeta en el pueblo sin disparar a Judas. Sólo que Judas, hoy, Platero, es el diputado, o la maestra, o el forense, o el recaudador, o el alcalde, o la comadrona; y cada hombre descarga su escopeta cobarde contra el que tiene su odio”.

Hoy día esos Judas serían los políticos corruptos, los banqueros con tarjetas black y hasta los sindicalistas de mesa y mantel con langostinos, salvo que la rabia ya no se funde con cada disparo -ahora desde las redes sociales-, sino que puede dirimirse en las urnas.

Por eso mismo me asombra la aparente tranquilidad con la que los grandes partidos asisten a los lances definitivos de este mandato municipal, casi como si no fuera con ellos lo que barruntan las esquinas -PP y PSOE harían bien en ver el vídeo de una de las candidaturas a la dirección local de Podemos, la de Somos Jerez, para que comprueben la trascendencia de los mensajes, el cambio de discurso y también las referencias-; o como si dieran por buenos los tranquilizantes que les recetan desde arriba, pese a que son los mismos que no vieron venir su particular desastre del 25M, y los mismos que ahora celebran que el Rey ha demostrado con su discurso ser una persona “cercana a la calle” -a ver si toman ejemplo-.

Y cuando digo “grandes” incluyo también a IU, aunque no sea por elogiar a Felipe VI, sino porque parece no haber aprendido nada del pasado y va camino de que le devoren el electorado como hizo el PSOE con el del PCE a principios de los 80, pese a ofrecerse como inevitable anfitrión dentro de una candidatura de unidad popular.

En el fondo, me debería traer sin cuidado cómo se lo tome cada uno de ellos, allá se las vean, y si se las dan o las toman que sea por merecimiento, pero puesto que todos se deben a cada uno de nosotros cabría recordarles una de las máximas de Churchill, bastante recurrente ante toda proximidad electoral: “el político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”.

Seguro que todos, Gobierno u oposición, tienen argumentos para reivindicarse el primero de los títulos, el de estadista; el PP porque ha diseñado un plan de gestión que abarca hasta 2020, y los demás porque cuentan con el programa para solucionar los problemas que no ha sabido resolver el PP, pero tampoco estaría de más que lo incluyeran en su lista de deseos de enmienda para el nuevo año ya que tan poco queda hasta mayo.

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