Esta semana ha circulado por internet el vídeo de un programa de televisión en el que se contaba lo siguiente: “¿Cuál es la efectividad real del uso del preservativo en Africa?
Si nos atenemos a las instrucciones de una caja de profilácticos, vemos las siguientes instrucciones: mantener en lugar fresco y seco, algo imposible por el clima del continente; tener cuidado y no rasgar el producto con las manos (en fin, la manicura de Africa no destaca); pero si a esto sumamos que los ciudadanos del tercer mundo no saben leer, el uso del preservativo puede ser un peligro (...) En Africa la funda elástica es una trampa en favor de las enfermedades (...) El clima es eminentemente caluroso, lo que hace difícil la conservación del preservativo. En el mundo occidental, lo normal antes de usar un medicamento es leer el prospecto, pero si tenemos en cuenta que Africa tiene el índice de alfabetización más bajo del mundo, es difícil que sus ciudadanos comprendan el texto y puedan aplicar correctamente el producto; incluso entendiendo lo que leen, es dudoso que apliquen directrices como desplegar con cuidado la funda. Muchos habitantes de zonas rurales del continente negro tienen manos que pueden no ser aptas para manipular el preservativo, lo que hace evidente el peligro al que se enfrentan los países que apuestan por el uso del profiláctico como medio de prevención de enfermedades”.
La respuesta es no. No es un programa de humor zafio cuyos guionistas desconozcan la razón de ser de una parodia. Es el texto de una noticia emitida en el informativo del canal Intereconomía. La excusa: otorgar una coartada “científica” a Su Santidad Benedicto XVI sobre la mayor expansión del SIDA en aquellos países donde se reparte el condón frente a aquellos donde se difunde la fe católica, aunque no sé yo si el Papa habrá evaluado el hecho de que, con aliados como éstos, quién necesita enemigos. Cuando menos, se aprecia que los de Intereconomía no andan muy católicos a la hora de denigrar desde la generalización, impulsados por esa recalcitrante defensa de su ideario: a mi derecha, sólo la pared.