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28/04/2024  

Málaga

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Paqui y José, una historia de amistad y admiración contra la soledad

Se conocieron a través de la Fundación como usuaria y voluntario, más de un año después verse se ha convertido en costumbre.

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  • Aunque en su DNI pone que tiene 84 años, Paqui tiene espíritu y la vitalidad de una veinteañera con unas ganas de vivir envidiables.
  • Su primer contacto fue por teléfono y fue un flechazo, "todo muy sencillo, muy directo, nos tiramos dos horas hablando".
  • La Fundación Harena colocó en la Plaza de la Merced una escultura que representaba a una persona mayor sola, para conciencias sobre la soledad.

Los caminos de Paqui y José se juntaron en octubre de 2022. Ella tiene 84 años y vive sola en Málaga desde que se mudó hace algo más de un año desde Linares, para estar más cerca de su sobrina. Ella fue la que la animó a formar parte de la Fundación Harena, una entidad sin ánimo de lucro que trabaja para paliar la soledad de las personas mayores. "Mi sobrina trabaja y como sabe que yo soy activa, me propuso apuntarme y le dije que sí", recuerda.

Si estoy mala me pregunta, si lo está él le pregunto yo; le pregunto por su mujer, estoy pendiente de él como él lo está de mí

Aunque en su DNI pone que tiene 84 años, Paqui tiene espíritu y la vitalidad de una veinteañera con unas ganas de vivir envidiables. Va a gimnasia dos días en semana y a baile los viernes de cinco a siete de la tarde, la danza le gusta desde que era pequeñita, ya con "siete u ocho años" bailaba de "todo": "Yo tengo siempre ganas de estar alegre u hacer cosas, salgo a hacer mis mandados y todo".

Desde hace aproximadamente un año y cinco meses parte de su tiempo también lo pasa con José. Este voluntario cuenta que tenía tiempo libre y su mujer le animó a "devolver al ciclo de la vida lo que uno tiene". Su primer contacto fue por teléfono, Paqui aún vivía en Linares, y fue un flechazo, "todo muy sencillo, muy directo, nos tiramos dos horas hablando". La mujer ya tenía planes de mudarse a la capital de la Costa del Sol y a los pocos meses se pusieron cara y se abrazaron por primera vez. Desde entonces hacen planes todas las semanas, se ven unas dos horas cada siete días. El día que alguno de los dos no puede "cambiamos" el día y así se organizan.

"Lo pasamos muy bien", asegura Paqui, van de paseo, se rían, se cuentan sus cosas y se cuidan mutuamente: "Si estoy mala me pregunta, si lo está él le pregunto yo; le pregunto por su mujer, estoy pendiente de él como él lo está de mí. Cuida muy bien de mí, qué más quiero". Por ejemplo, explica la mujer, "un día mi sobrina no podía acompañarme a ponerme una inyección y me llevó José porque le tocaba venir". Dentro de un mes más o menos empieza su temporada de playa, "cogemos la sombrilla, la furgoneta, las cervecillas y las patatas fritas y a darnos unos bañitos".

Sus vidas han cambiado "bastante", reconoce Paqui, porque "todas las semanas estoy esperando a que llegue el día". "La gente se cree", añade José, que el voluntariado "solo tiene una dirección", pero "como todo tipo de relación tiene dos, tú das y también recibes. Yo recibo mucho, me siento muy bien, he vuelto a vivir sensaciones que hacía mucho tiempo que no vivía, como llevar a una persona de la mano, cuidar de ella, estar atento a ella. Es muy bonito". Paqui le ha contado sus "cosas" a José, quien asegura que tiene para "hacer una serie de televisión de catorce temporadas". A trabajado en una fábrica de frutas, de panadera, costurera, peluquera; ha vivido en muchas partes de España y "ella no se ha casado nunca, porque prefería estar sola a estar con un hombre que no tuviera las características que quería, es una mujer adelantada a su tiempo".

Solo con estar un tiempo con ellos se puede ver que es una relación llena de amor y admiración, "ya es una amistad", confirma Paqui; "sí, nosotros somos amigos", sentencia José. Cada semana se hacen un regalo que no tiene precio, pasar tiempo juntos. "Dos horas a la semana las perdemos en cualquier tontería", así que "qué mejor que emplearlas en gente que lo necesita", asevera este voluntario para animar a más personas a tomar la decisión que él tomó en 2022: "Al final todos vamos a llegar a esta edad y no sabemos en qué circunstancia. Vamos a ser más empáticos y más personas".

La amistad de Paqui y José ha sido posible gracias a la Fundación Harena, que trabaja desde el 2007 en programas de compañamiento domiciliario, telefónico, residencial y hospitalario para asignar un voluntario a personas mayores en situación de soledad no deseada, explica Mamen Sendra de la Fundación. Actualmente cuentan con unos 1.000 usuarios y sus respectivos acompañantes, aunque la entidad que quiere que más mayores y voluntarios se unan a sus filas. Lo intentan con campañas de concienciación como llevaron acabo durante la semana pasada.

Harena colocó en la Plaza de la Merced una escultura que representaba a una persona mayor anónima como tantas que vemos en el día a día solas esperando un simple gesto de afecto. La imagen, colocada al lado de la estatua de Picasso en la Plaza de la Merced, quería poner a la vista de todos un problema "tan preocupante como invisible". Una forma de enseñar que todos podemos sentarnos al lado de una persona mayor y acabar con su soledad. En la provincia de Málaga hay aproximadamente 74.000 personas de más de 65 años viviendo solas.

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