En esta última década estamos viviendo situaciones muy controvertidas que jamás llegaríamos a pensar, aunque más de una vez las hayamos visualizado en películas o leído en libros apocalípticos. Estos hechos que nuestra generación está viviendo no tienen parangón.

La pandemia fue una de estas vivencias que nadie se podía creer, y ocurrió, estuvimos meses alejados de la sociedad, aislados por miedo a una infección que se llevó miles de vidas y que dejó consecuencias considerables en todos los aspectos. Nuestra sociedad se adaptó, y logramos superar dicha adversidad, aunque con una mayor conciencia de nuestra debilidad.

La guerra en Ucrania, en la misma Europa, hizo temblar los cimientos de este otro lado del mundo, en el que nos creíamos a salvo y por encima de todo y de todos, creando ese terror del que nadie quiere hablar, pero que hoy aún está presente, sin que sepamos con seguridad cual será ese final. Las guerras políticas y de poder siguen presente, aunque siempre lo estuvieron, pero en la actualidad no las miramos desde lejos, aunque muchos prefieran mirar hacia otro lado.

Este lunes volvimos a presenciar otro de esos momentos cinematográficos que rompía con todos los esquemas establecidos, unas cinco horas sin electricidad en toda España, Portugal y parte de Francia, algo insólito que nadie podía presagiar. Esta España se sigue recomponiendo, asumiendo que si algo puede ocurrir, nos pasará a nosotros. Ante este tipo de caos salen a relucir las ideas conspiratorias más originales, y aunque siempre he sido un incrédulo y tiendo a naturalizar todo, cierto es que no dejo de sorprenderme y empiezo a pensar con una mente más abierta, donde las casualidades son difíciles de explicar. Otra más que nos metemos en nuestro cuerpo. ¿Qué será lo próximo?