Muchos en China ansiaban que llegara el Congreso del Partido Comunista (PCCh) pero no por su significado político, sino con la esperanza de que, una vez pasado el gran evento, el país relajaría la draconiana política de "covid cero" que todo lo domina desde hace casi tres años.
La celebración del cónclave es desde hace meses una suerte de "día D" para chinos y extranjeros residentes en un país aislado del mundo exterior desde hace casi 3 años, donde la vida está regida por constantes PCR y códigos QR sanitarios.
¿El motivo? Que la estrategia lleva el sello personal del líder del país y del PCCh, Xi Jinping, y este no podía permitirse dar pie a los críticos ni reconocer implícitamente que el "covid cero" es una estrategia fallida, ya que eso le hubiera debilitado de cara al inédito tercer mandato que busca conseguir en el Congreso, explican los analistas.
Pero, a pocos días del inicio del cónclave, el Diario del Pueblo -rotativo oficial del PCCh- publicó un artículo ensalzando los éxitos de la actual política anticovid y reiterando que es "la mejor para China" y "debe continuar", lo que supuso un jarro de agua fría sobre los convencidos de que el Congreso iba a suponer un punto de inflexión para una reapertura gradual al exterior.
En esa misma línea se pronunció el jefe del equipo de expertos de la Comisión de Sanidad, Liang Wannian, quien advirtió de la "gran incertidumbre" por las mutaciones del virus y rechazó dar una fecha de reapertura al considerar que, si se abandonan las actuales restricciones, no habrá marcha atrás y el sistema sanitario chino se verá bajo presión.
HARTAZGO ENTRE CHINOS Y EXTRANJEROS
En Weibo, el 'Twitter chino', el sentir es otro.
"¿No se podría invertir el dinero dedicado a los millones de PCR en mejorar los hospitales?", cuestionaba un usuario, mientras otro criticaba que "hace tres años no admitían que había pandemia y ahora no admiten que ya no la hay".
El hartazgo no solo cala ya entre los chinos, sino entre los cada vez menos extranjeros que aún permanecen en el gigante asiático: desde el inicio de la pandemia, miles de expatriados han dejado China frustrados por las restricciones, las dificultades para viajar o por cómo las desmesuradas medidas anticovid condicionan su vida diaria.
En los grupos de extranjeros de WeChat -equivalente local de WhatsApp- se bromea desde hace meses con la esperanza de una vuelta a la normalidad tras el Congreso, y no son pocos los que consideran irse para siempre si eso no ocurre.
Aunque en los últimos meses ha habido ciertas señales de relajación como el acortamiento de la cuarentena para entrar al país, la ampliación de la concesión de algunos tipos de visado o el primer viaje al extranjero en más de dos años de Xi, los expertos no son optimistas.
SIN CAMBIOS EN EL CONGRESO
La consultora Capital Economics, por ejemplo, descarta de plano un cambio de política a corto plazo: "Probablemente no ocurrirá antes de finales de 2023", zanja un reciente informe.
"Si la dirigencia quisiera hacer una transición para convivir con el virus, primero tendría que aumentar la tasa de vacunación de la población anciana, lo que llevaría varios meses, y por ahora no hay señales que apunten a que estén siquiera iniciando esa estrategia", apunta el dosier.
Los últimos datos oficiales disponibles son de julio y cifran en el 61 % la población mayor de 80 años que ha recibido las dos dosis de la vacuna y en el 38 % los que han recibido un refuerzo.
El informe no descarta posibles cambios, aunque no ahora sino tras la reunión anual del Legislativo en marzo próximo, cuando podría producirse una remodelación del Gobierno que afectase a altos cargos sanitarios y, además, ya habría pasado la temporada invernal de gripe.
De momento, transcurridos cuatro días del cónclave y pese a que se da por hecho que este tema estará sobre la mesa, aún no ha sido mencionado en las comparecencias diarias de los portavoces del Congreso.
La única mención a la apertura fue el martes, pero se refirió más a lo económico que a la estrategia pandémica, ya que un alto cargo del principal órgano de planificación, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, rechazó la idea de que China se esté alejando del mundo y prometió, una vez más, abrir todavía más la economía al exterior.