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Los sindicatos amenazan con nuevas protestas tras huelga con seguimiento desigual

La huelga, la segunda que enfrenta el Gobierno de Fernández este año, unió al ala opositora de la Central de Trabajadores Argentinos

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Los sindicatos enfrentados con el Gobierno argentino amenazaron con nuevas protestas contra Cristina Fernández tras un paro general que afectó parcialmente al transporte pero no impactó en la industria y desató una guerra de cifras entre el Ejecutivo y los convocantes.

La huelga, la segunda que enfrenta el Gobierno de Fernández este año, unió al ala opositora de la Central de Trabajadores Argentinos, que inició su protesta en el mediodía del miércoles y agrupa a sindicatos de trabajadores estatales, y a dos de los tres sectores en los que está fracturada la Confederación General del Trabajo (CGT), que realizó hoy un paro de 24 horas.

Las centrales convocaron en reclamo de la reapertura de las negociaciones salariales debido a la alta inflación y la modificación del impuesto que pesa sobre los salarios.

La protesta ha afectado a sectores como el transporte y la banca pero no ha logrado paralizar el país, cuyas autoridades negaron rotundamente su impacto en la producción.

"A partir de lo que hemos visto en la calle, no se puede decir que lo que hoy ocurrió sea un paro general ni mucho menos un paro nacional", aseguró en rueda de prensa el ministro de Trabajo argentino, Carlos Tomada, quien afirmó que, dependiendo de las regiones, entre un 55 y un 80% de los trabajadores acudieron a sus puestos.

Tomada dijo que en importantes sectores, como la industria metalúrgica, la construcción, la administración pública, el transporte de pasajeros y el comercio, la actividad fue "normal" y que los organizadores de la huelga "no han logrado" su objetivo de producir un "daño económico".

"El aparato productivo funcionó normalmente. No deja de llamar la atención que hayan intentado producir ese daño a un Gobierno nacional que ha sido un claro defensor del trabajo y de los derechos de los trabajadores", sostuvo el ministro, quien dijo que "no es una prioridad" del Gobierno modificar el impuesto sobre el salario.

Pero mientras el Gobierno minimizó el impacto de la protesta, para los organizadores la huelga fue "contundente".

El líder del ala opositora de la Confederación General del Trabajo (CGT), Hugo Moyano, aseguró que fueron "muy altos los índices de adhesión", en torno al 85%.

Ello, según Moyano, "a pesar de que el Gobierno utilizó todo el aparato estatal para tratar de debilitar esta jornada extraordinaria", como ejercer presión sobre gremios como el de chóferes de ómnibus para que no se plegaran al paro.

Moyano, un antiguo aliado de la presidenta argentina, Cristina Fernández, dijo que los sindicatos huelguistas han "interpretado la voluntad de la gente que quería expresarse" y "protestar ante un Gobierno que no responde a los reclamos de los trabajadores".

El líder de la CGT opositora aseveró que "mes a mes se va debilitando el salario de los trabajadores" por una inflación que "carcome" los ingresos y advirtió que las protestas "se van a profundizar si no hay respuestas" por parte del Gobierno.

"Esperamos respuestas. Queremos que nos den soluciones lo mas pronto posible. La próxima vamos a estar en la calle y el acto lo vamos a ser en la Plaza de Mayo (frente a la sede del Ejecutivo)", coincidió en advertir Luis Barrionuevo, líder de la CGT Azul y Blanca, otro de los sectores opositores en los que está dividida la CGT.

Durante la jornada de hoy movimientos de izquierda acompañaron la protesta con cortes de calles y bloqueos de accesos a Buenos Aires que, según Tomada, "desprestigian, distorsionan y debilitan cualquier protesta y la convierte en un hecho de minorías".

Asimismo, se registraron destrozos provocados por piquetes sindicales en formaciones del ferrocarril Sarmiento, que enlaza el conurbano con la capital argentina.

Sin referirse abiertamente a la huelga, Cristina Fernández utilizó su cuenta de Twitter para criticar los destrozos que calificó como un "atentado contra los vagones".

Fernández fue, precisamente, el blanco de las críticas de cientos de sindicalistas reunidos en la sede de la CGT, que transformaron el el popular tema "Brasil, decime qué se siente" en una nueva "canción-protesta" contra el Gobierno: "Cristina, decime qué se siente/ sacarle plata al trabajador".

"El impuesto a las ganancias, el salario familiar", continúa el tema, que enumera la serie de "retenciones" que sufren los trabajadores y que concluye con: "Esas cosas no se olvidan nunca más", con la melodía del "Bad Moon Rising" de la Creedence Clearwater.

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