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Grecia vive su primer día de corralito ante una creciente tensión con sus acreedores

Las primeras filas ante los cajeros automáticos se produjeron a mediodía, cuando, como preveía el decreto gubernamental publicado anoche, empezaron a funcionar bajo la restricción de 60 euros diarios

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  • Corralito. -

Grecia vivió hoy su primer día de corralito, en un ambiente de creciente tensión entre el Gobierno y los acreedores que empaña los preparativos del referéndum previsto para el próximo domingo.

Las primeras filas ante los cajeros automáticos se produjeron a mediodía, cuando, como preveía el decreto gubernamental publicado anoche, empezaron a funcionar bajo la restricción de 60 euros diarios.

Y, aunque el ambiente en las calles era de aparente normalidad, los primeros problemas no han tardado en llegar.


Los jubilados que debían cobrar sus pensiones entre hoy y mañana no las van a poder retirar todavía por problemas logísticos, pese a que estos pagos están excluidos de las restricciones bancarias.

Se convierten así en los primeros perjudicados, pues además, muchos de ellos no cuentan con tarjetas de crédito o débito para poder realizar pagos.

El decreto permite los pagos con tarjeta de crédito, así como las transacciones a través de internet, mientras restringe las operaciones al extranjero a servicios básicos como la compra de medicamentos o el pago de facturas médicas.

Los turistas, en cambio, quedan exentos de cualquier restricción.

El Gobierno ha recalcado que se podrán utilizar las tarjetas emitidas en el extranjero, sin límite de retirada en los cajeros, y no habrá que afrontar problemas de abastecimiento, pues habrá reservas suficientes de combustible, productos y normalidad en la prestación de servicios.

A nivel político, todo apunta a que se disipan las esperanzas de poder alcanzar una solución inmediata.

Mientras el Gobierno señalaba que no había interrumpido el diálogo, desde Berlín la canciller alemana, Angela Merkel, aseguraba que no hay "ninguna razón de peso" para convocar una nueva cumbre europea extraordinaria, al menos hasta que no haya pasado el referéndum sobre las medidas propuestas por los acreedores.

Merkel insistió en que la oferta de las instituciones a Grecia era "muy generosa" y quiso precisar que Alemania no quiere "influir de ninguna manera" en los ciudadanos griegos ni decir lo que tiene que hacer ese pueblo, aunque su obligación es hablar de las consecuencias que puede tener su decisión.

Al llamamiento a votar a favor de la propuesta se sumó el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, mucho más explícito que Merkel.

En una comparecencia ante la prensa, Juncker pidió a los griegos que "voten que sí" y reclamó al primer ministro, Alexis Tsipras, que "diga la verdad al pueblo".

Atenas no tardó en reaccionar y el portavoz del Gobierno, Gavriil Sakelaridis, afirmó que "la honestidad es un elemento esencial para indicar buena fe y credibilidad en una negociación".

Este domingo, en una medida sin precedentes, Juncker decidió publicar las propuestas hechas en los últimos días a Grecia, "en aras a la transparencia y al Gobierno griego", señaló el presidente de la CE, quien añadió que con esa decisión no pretende "influir" en la opinión pública griega, sino que "conozca toda la verdad".

El documento de la CE contiene una mejora que el Ejecutivo heleno dice que no ha recibido.

Se trata de una reducción del IVA en los hoteles al 13 %, cuando en la propuesta anterior -la rechazada por Atenas y la que se había filtrado por numerosos medios internacionales y locales- todavía se hablaba de aplicar un 23 % a este pilar de la economía griega.

La tensión entre el Gobierno y los acreedores se hizo patente en la reunión del Eurogrupo del sábado pasado, cuando el ministro griego de Finanzas, Yanis Varufakis, no fue invitado a participar en una segunda reunión encaminada a debatir las medidas para evitar un shock en la eurozona tras la ruptura de las conversaciones.

Varufakis decidió publicar la intervención en el Eurogrupo en su blog personal, en la que criticó que sus colegas se negasen a extender la prórroga para dar la oportunidad a los griegos de expresarse sin presiones en la consulta.

"La sola idea de que un gobierno consulte a su gente una propuesta problemática planteada por las instituciones fue tratada con incomprensión e incluso con un desdén que rayaba el desprecio", apuntó.

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