El presidente tunecino, Beji Caïd Essebsi, murió a los 92 años tras un mes enfermo y deja al país sumido en un laberinto constitucional que puede complicar las elecciones presidenciales previstas para noviembre.
Essebsi, miembro destacado de la aristocracia tunecina que ha gobernado el país desde el fin del colonialismo, falleció en una fecha señalada, pues hoy se conmemora en Túnez el 63 aniversario de la abolición de la monarquía.
Adscrito desde muy joven al movimiento nacionalista Neodestur, liderado por el que sería el primer presidente de la nueva República, Habib Burguiba, Essebsi desempeñó numerosos cargos al lado del "padre de la independencia" tunecina pero también durante la dictadura de Zinedin el Abedin Ben Ali.
Derrocado éste en 2011, Essebsi se convirtió en una pieza clave para salvar la transición de la crisis que la amenazó en 2013, gracias a su estrecha relación con el líder del movimiento islamista conservador "Ennahda".
Asimismo, fue el garante de la entrada de Túnez en la senda de la democracia tras ser elegido un año después jefe del Estado en los primeros comicios presidenciales limpios celebrados desde que Ben Ali se hiciera con el poder en 1987.
Cinco años después deja el país sumido en la incertidumbre política después de que hace una semana se negara a ratificar las enmiendas a la ley electoral aprobadas por el Parlamento a escasos tres meses de que se celebren elecciones legislativas.
En consonancia con la Constitución, la jefatura del Estado interina ha sido transferida al presidente del Parlamento, Mohamad Enneceur, de 85 años, otro político de la viaja guardia que igualmente ha sido ingresado en los últimos meses por problemas de salud.
Enneceur, que asumió hoy el cargo en el Parlamento en presencia del presidente del Gobierno y posible candidato a la presidencia, Yusef Chahed,, tendrá ahora tres meses para convocar y celebrar unas elecciones presidenciales que ya estaba previsto celebrar a finales de noviembre.
El político deberá, igualmente, lidiar con el laberinto constitucional que se ha producido debido a la polémica sobre la validez de las enmiendas a la ley electoral, un enredo que podría complicar la transición democrática.
De acuerdo con el hijo del fallecido mandatario y secretario general del partido Nida Tunis, Hafed Caïd Essebsi, su padre decidió no rubricar las enmiendas al considerar que estas son "excluyentes" y por tanto lesivas para la transición en su país.
Entre otros cambios, las enmiendas endurecen los requisitos para aspirar a la candidatura a la presidencia, lo que impide a varios candidatos independientes presentarse pese a que algunas encuestas les sitúan en cabeza.
Y facilita también el regreso a la vida política y electoral de la vieja guardia que escoltó al derrocado presidente Zinedin el Abedin Ben Ali, durante cuya dictadura Essebsi ejerció brevemente de presidente del Parlamento.
Según los especialistas, Essebsi disponía de varias opciones antes del 13 de julio, ninguna de las cuales eligió: ratificar el texto, reenviarlo a la Asamblea para una segunda lectura, cuya aprobación exigía tres quintas partes de los diputados, o someterlo a referéndum.
Otros defienden que, concluido el plazo, la ley queda promulgada de manera automática de acuerdo con la Constitución y puede ser publicada en el Boletín Oficial del Estado para su inmediata aplicación.
Dos semanas más tarde la Instancia Provisional de Control de la Constitucionalidad de Proyectos de Ley (IPCCPL) rechazó el recurso de inconstitucionalidad presentado por 51 diputados contra dichas enmiendas "en su fondo pero no en su forma", sin dar más detalles.
El IPCCPL actúa en ausencia del Tribunal Constitucional, pendiente de creación desde 2015, y cuya independencia judicial ha sido cuestionada en varias ocasiones así como la selección de sus miembros.
En este contexto, la Instancia Superior Independientes de las Elecciones (ISIE), institución encargada de supervisar y velar por la consulta, recomendó a sus administraciones regionales aplicar la actual ley electoral.
En este contexto, el gobierno tunecino ha decretado una semana de duelo nacional, tras el cual el único país que ha sobrevivido a las "primaveras árabes" deberá afrontar el futuro sin el que fue su primer presidente democráticamente elegido.