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Berlín, un viaje a la "nueva normalidad" que reinventa la capital

Ben acaba de terminar su jornada: la última clienta deja su estudio de peluquería en el barrio berlinés de Neukölln, toca limpiar y desinfectar

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  • Berlín. -

Ben acaba de terminar su jornada: la última clienta deja su estudio de peluquería en el barrio berlinés de Neukölln, toca limpiar y desinfectar. En otro lado de la ciudad, Vincenzo está calculando cuántas mesas podrá colocar en la terraza de su restaurante cuando reabra este viernes.

Para Ben Madle (Aldershot, Reino Unido) la "nueva normalidad" empezó ya la semana pasada, pero Vincenzo Calisto (Lodi, Italia) se enfrenta a decisiones inminentes si quiere que su negocio vuelva a recibir clientes.

Son dos ejemplos de adaptación a la nueva realidad del Berlín que se reinventa por la pandemia, mientras la ciudad, una de las grandes capitales europeas que va por delante en la desescalada, afronta una semana de nuevas reaperturas.

"Empecé el lunes y ha estado bien. Dudé un poco durante el fin de semana sobre cómo iba a funcionar, si iba a ser viable, pero luego el lunes fue todo sobre ruedas", comenta Ben, de 33 años y que lleva en solitario su peluquería en la trastienda de un conocido bar con música en directo del multiétnico Neukölln.

Considera que "esta nueva normalidad va a estar aquí durante un par de años, no es algo que se vaya a ir de la noche a la mañana, ese es el gran asunto" y, como "único hombre de esta banda", porque su negocio no tiene empleados, no se queja en absoluto de las ayudas concedidas por las autoridades alemanas.

"En lo que afecta a los negocios creo que están haciendo un buen trabajo", opina sobre las medidas aprobadas para ayudar a los negocios que tuvieron que cerrar, aunque matiza que "podrían ser más claros al respecto de cómo se puede gastar el préstamo".

Indica que son entre 5.000 y 14.000 euros los que, según sectores y tamaño del negocio, pueden percibir como préstamo para salir del paso, pero Ben critica levemente que "están moviendo los postes de la portería" al no saberse exactamente en qué se puede gastar el dinero.

"Alguna gente quizás lo gaste en comprarse un nuevo portátil, una cámara nueva, depende de su profesión y yo puede que no tenga derecho a ello y el Estado quiera que se lo devuelva", aventura.

Llegó a Berlín en 2015 para quedarse tres meses y ya lleva cinco años. Empezó yendo a las casas de los clientes y luego se estableció en su local-trastienda, una situación típicamente berlinesa en la que los clientes rodean la barra del bar para llegar a su estudio.

Durante el tiempo del confinamiento no ha perdido el tiempo: ha escrito un libro sobre técnicas de coloración del cabello que publicará online, pero siempre con un ojo puesto a la reapertura del negocio.

QUÉ PASARÁ CON LOS CLIENTES SI SE QUEDAN SIN TRABAJO

"Mis clientes son la mayor parte extranjeros y (me preocupaba) cuántos de ellos podrían seguir en Berlín si perdían sus trabajos sin perspectiva alguna de encontrar otro", reconoce Ben, que ha tenido que cerrar temporalmente su estudio en Inglaterra, al que iba y venía desde Berlín antes de la pandemia.

Vincenzo tampoco se queja de las ayudas percibidas por las autoridades locales, más bien está encantado de cómo ha sido la gestión durante la crisis y ahora que tiene que pensar en volver a reabrir su local lo que le preocupa es cómo distribuir las mesas para cumplir con las normas.

De los aproximadamente 55 clientes que podía acoger en su restaurante italiano, Calibocca, piensa que podría mantener a la mitad; lo mismo ocurrirá en la terraza, y ya anda con la cinta métrica calculando el espacio que deberá haber entre los comensales.

Lleva dieciséis años en Alemania -es topógrafo de profesión pero trabajó en negocios de lavanderías en España y llegó a Berlín en 2004 por amor (su mujer, Carmen, es alemana)- y muestra orgulloso el horno de piedra para pizza y presume de que la pasta la hacen en el propio restaurante.

CONFIANDO EN QUE VUELVAN FERIAS Y CONGRESOS

Confía en que la recuperación de su negocio, situado en el barrio de Charlottenburg, al oeste de la capital alemana, llegue más bien a comienzos del año próximo, porque su negocio se basa más en los asistentes a las ferias que en el cliente habitual.

"Sí, a partir del año que viene, en enero o febrero, que vuelven a empezar las ferias, que es el momento en el que llegan muchísimos más turistas a Berlín, y esto lo necesitamos porque trabajar solo con cliente habitual, con cliente fijo, no está bien", comenta mientras llegan un par de clientes que encargan comida para llevar, lo único que de momento puede hacer.

"Tengo mucha confianza en Alemania porque veo que la gente cumple las reglas, es lo que me gusta", añade Vincenzo, que elogia el modo en el que las autoridades anunciaron y distribuyeron las ayudas para que los pequeños negocios como el suyo pudieran aguantar el confinamiento.

No lejos del restaurante italiano de Vincenzo Calisto una joven española, Paloma González, organiza el trabajo de los doce empleados a su cargo en una filial de TEDi, una tienda de productos para el hogar en la que han tenido que ponerse manos a la obra ya desde hace algunos días.

Reabrieron el 22 de abril porque la superficie del local (570 metros cuadrados) quedaba por debajo del límite máximo de 800 para los comercios que pudieron reabrir tras el confinamiento, lo que le ha dado tiempo para adaptarse

MASCARILLA PARA ATENDER A LOS CLIENTES

"Se tenían que sentar porque se sentían fatal", explica sobre los dependientes de la tienda, que acusaban las consecuencias de tener que ponerse mascarilla : "cuando las llevas tres o cuatro horas te provoca ansiedad"

Con su compañero encargado de la tienda han planificado un sistema de pasillos y de distribución de cestas a los clientes -cada uno tiene que acceder con una y puede haber un máximo de 35 personas al mismo tiempo entre compradores y personal- que ha servido de ejemplo a otras filiales.

Han dado con el sistema de distribuir solo 20 cestas para que nunca haya sensación de agobio en el local y para permitir que, si hay clientes que entran con menores, no se supere nunca el máximo de personas que autoriza de momento la normativa de desescalada.

"Ha reducido el estrés de los clientes y les da sensación de seguridad", dice esta sevillana de 28 años que llegó a Berlín en 2016 y que quiere quedarse en la ciudad.

Como Vincenzo, el restaurador italiano, agradece que en Alemania "se habla claro y se entienden" las medidas tanto del confinamiento como de la reapertura de la actividad.

"Hay que reconocer que a todos nos ha pillado esta situación por sorpresa", asegura por su parte David García-Pardo, profesor en el colegio bilingüe Joan Miró en la semana en la que más centros escolares reanudan las clases en todo el país.

"Ningún compañero o compañera ha sufrido el corte de clases tan radical que ha pasado en multitud de países, por lo que la velocidad de reacción ha sido importante", valora este profesor nacido en Santa Cruz de La Palma en 1989.

Y cuenta que en Berlín el uso de la herramienta de aprendizaje digital Lernraum ha mejorado la comunicación alumnado-profesorado-familia durante estas semanas de confinamiento.

En el caso de su escuela comenta que las clases se reanudaron ya el 4 de mayo: "el regreso ha sido ilusionante, un pequeño paso más de vuelta a la normalidad", reconoce.

"No hemos impartido clase con todo el grupo, hemos reducido el número de alumnos a unos 5-6. (...) De los 22 alumnos de la clase venían 10 por día y se dividían en dos grupos", comenta sobre cómo se ha vuelto a la actividad presencial.

ESTE CURSO ESCOLAR Y EL SIGUIENTE, AFECTADOS

Cree que este curso y el siguiente se verán afectados: "la evaluación de los contenidos aprendidos durante el tiempo sin clases va a ser complicado. También es más complicado para el profesorado comprobar si esos conocimientos han sido adquiridos, es decir, comprobar la evolución del alumnado".

Piensa que si la enseñanza por medios telemáticos permanece durante un tiempo "el profesorado tendrá que repensar la metodología. El trabajo en grupo o en parejas se hace algo más complicado a pesar del uso de redes sociales. La complicidad o el aspecto social se pierde en la enseñanza digital".

Y adelanta que "mantener al alumnado motivado será otro punto a tener en cuenta. La falta de contacto físico con otros alumnos derivará en otro tipo de enseñanza, más basada en la investigación que pueda hacer el alumnado a través de internet, por ejemplo".

Sobre cómo se ha vivido en la capital alemana el confinamiento opina que "las restricciones de Berlín en comparación con otros países del mundo son mínimas. También es verdad que el número de casos ha sido inferior a otras zonas del planeta".

"Las medidas me parecen las correctas. Es un momento en la que se debe dejar trabajar a los expertos. En general, Berlín ha respondido muy bien a tales restricciones. Yo tenía mis dudas debido a la fama que tiene de 'rebelde', como se pudo comprobar el 1 de mayo, pero en general la población ha respondido de forma positiva", concluye. 

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