Este próximo 20 de julio se cumplirán cuarenta y un años de la llegada del Hombre a la Luna. Muchos son los recuerdos, homenajes y publicaciones que han tenido -y tienen- como protagonista a tan grandioso acontecimiento.
Pero de entre ellos, traigo hasta aquí la publicación de “Objetivo: la Luna” (Planeta. Barcelona, 2009) de Dan Perry, un apasionante volumen donde este renombrado periodista norteamericano de la BBC realiza un pormenorizado relato de toda la aventura lunar. Durante la elaboración del libro, el autor no sólo entrevistó a los protagonistas, Neil Amstrong y Buzz Aldrin -y a muchos otros participantes de la misión-, sino que tuvo acceso a los archivos oficiales y consultó información inédita en torno a la historia de la NASA, transcripciones de la misión e informes de primera mano escritos en la época.
Narrada con un estilo ameno y riguroso, y a modo de novela de intriga -se intercalan las biografías de sus protagonistas y los antecedentes científicos y tecnológicos que fueron necesarios para lograr que aquel viaje “de la Tierra a la Luna” que imaginara Julio Verne en 1865-, Parry relata la “carrera espacial”, que dio comienzo en 1961 cuando John F. Kennedy, pronunció ante el Congreso unas palabras atrevidas, e incluso temerarias que supusieron todo un reto para la comunidad científica norteamericana: "Este país debería comprometerse a alcanzar el objetivo, antes del final de esta década, de poner un hombre sobre la superficie de la Luna y hacerle regresar a la Tierra sano y salvo".
Atrás quedaban los experimentos con cohetes propulsores, que parecían sacados de un cómic de ciencia ficción, las tragedias personales de los vuelos experimentales -durante principios de los años cincuenta un piloto de pruebas moría a la semana como media-, los triunfos al lograr velocidades y altitudes de récord jamás alcanzadas... Desde ese momento, el objetivo era tan ambicioso como alunizar y poder pisar nuestro satélite, propósito en el que se llegarían a involucrar más de cuatrocientas mil personas durante más de una década y que costó más de veinticuatro mil millones de dólares. -Además, la patriótica batalla entre EEUU y la URSS por ser los primeros en llegar, no había hecho sino empezar-
Es difícil imaginar cómo fue en verdad aquel viaje en 1969. Pero Parry nos lo describe tan sabiamente que casi podemos sentir la claustrofobia, el peligro, la suciedad, el agotamiento… que debieron padecer aquellas tres personas confinadas en tan reducido espacio durante varios días. No disponían de agua para lavarse -podría flotar y dañar los instrumentos eléctricos-, no tuvieron calefacción -Neil y Buzz tiritaban de frío mientras intentaban dormir dentro del módulo lunar- y no podían calentar comida. Además, debían estar concentrados en lo que hacían para poder sobrevivir “en la nave espacial tripulada más frágil jamás construida”.
El resultado es de todos conocido y puede resumirse en la histórica frase pronunciada por Armstrong: “Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad…”.
Felicitemos un año más a quienes hicieron posible esta hazaña colectiva y a Dan Parry por su brillante narración.
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