Triángulo poético

Publicado: 05/11/2009
La obra de Juan Tena viene signada por su niñez cordobesa, sus vivencias en Madrid y su devoción por la música y la poesía.
Autor de varios poemarios, ve ahora la luz “Triadas fundamentales” (Los Cuadernos de Sandua. CajaSur. Córdoba, 2009), un inspirado volumen lírico, que se alza revelador y entrañable. Con un espléndido dominio formal, Juan Tena recorre con tono confesional instantes y paisajes del ayer que aún hoy siguen latiendo de manera intensa muy cerca del su corazón. Desde aquella Córdoba “donde llora perdida la sombra de mi infancia”, los años han ido puliendo la conciencia de un hombre que sabe que la única frontera que impone el silencio es el ulterior acabamiento: “Si en tus manos no anidan/ mis soledades últimas,/ me iré por los atajos en busca de la muerte”.

Juan Tena exprime su lenguaje y su sentimiento hasta dotar a sus poemas de precisión, y ese afán de ser conciso domina las páginas de este atlas personal, bello y melancólico: “Triste es la voz del hombre que relata/ su condición de ausente…”.

En “La noches del corazón” (Fugger Poesía. Madrid, 2009), del madrileño David Coll (1971), “encontramos una visión completa del cosmos que se abre con la reescritura del mito judeocristiano de la Creación y la rebelión de Satanás y culmina con un estremecedor juicio final”, tal y como anota en su liminar Alejandro González Terriza. Aunque dividido en doce apartados, la sed totalizadora que origina este volcán de imágenes turbadoras, se hace hilo conductor de un libro que derrama su verdad entre los “besos de todas las tinieblas”.
Buen conocedor de las tonalidades rítmicas, David Coll sabe ovillarse entre cualquier estrofa -sobre todo, el soneto-, para poner voz y alma a un decir que interioriza la identidad del ser (“Aunque la noche es bella, mis alas están rotas”) y se muestra como colérica simbiosis entre el hombre humano y los oscuros territorios que lo cercan (“Estamos perdidos,/ jamás hallaremos/ los reinos brillantes”). En suma, un poemario intenso y sorprendentemente confesional: “De todas las miserias nacen mis paraísos”.

Con “El ángulo y la llaga” (Olifante. Zaragoza, 2009), José Antonio Conde suma su quinto poemario. En él, nos descubre una galería de personajes femeninos que han trascendido a través de la historia gracias a su tesón y a su autenticidad.
Así, van desfilando por estas páginas, la memoria de Salomé Teresa de Jesús o Delmira Agustini…, y de otras protagonistas de menor renombre, pero también de hondo calado espiritual: Celine, una gitana francesa víctima de los horrores de Auschwitz, Vesta, Diosa del hogar, la actriz norteamericana, Gloria May….

Estas mujeres “adquieren vida en una doble dimensión: la piedra y la joya, el poema y la clave, la metáfora y el referente…, el ángulo y la llaga”, escribe Almudena Vidorreta. Y en esa incesante dualidad, se acuestan las imágenes más vívidas de este poemario, que se mueve -como Silvia- “por las líneas del vértigo”, y que descubre -como Ángeles- que “hay senderos en el cuarzo/ con la precisión del sueño”.

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