“No me hagáis mucho caso, pues debo ser de otro planeta, aún veo horizontes donde otros solo trazan fronteras”, permitirme que este mensaje de Frida Kahlo lo suscriba y lo aplique a los que apostamos por la formación inmediata de un gobierno progresista antes que por el incierto tacticismo de nuevas elecciones.
El resultado del pasado 28 de Abril dejó un mandato claro: La mayoría dijo que quería y queremos un gobierno progresista, la suma de los votos de las izquierdas superaron los 11.200.000 votos, más del 43% del electorado. La nítida victoria se basó en dos pilares, en la necesidad de parar a una derecha insolidaria alentada por su extremo más retrógrado y también en un estado de ilusión colectiva que nos hacía ver como posible el gobernar el país pensando en la mayoría social, la igualdad, la justicia social y el fin de la corrupción. El pueblo habló y lo dejó muy claro, solo restaba materializarlo. No vamos a entrar en rifirrafes de desconfianzas, ni vetos, ni siquiera en como conformar el gobierno, de coalición o mediante un acuerdo programático. Son los deberes que les encargamos a los representantes que salieron de las urnas, nosotros hicimos los nuestros el 28-A, ahora es su trabajo llevarlo a buen puerto.
Unas nuevas elecciones es lo más próximo a la banalización de nuestro voto, es decirnos que lo hicimos por nada, que ya no vale. Además corremos un grave riesgo y es que la previsión de una victoria basada en hipotéticos pronósticos falle, y nos encontremos de frente con la derecha o que nos quedemos igual. Es un riesgo alto, ya conocido, el presentarse como ganador a unas elecciones, por mucho que las encuestas lo respalden, es un factor de desmovilización del electorado.
Estos días pasados conocimos que importantes empresarios, en un grave ejemplo de degradación de la democracia, trasladaron la no conveniencia de un pacto entre los partidos de izquierdas. La derecha española, que es la de toda la vida, junto sus poderes fácticos: el económico y el mediático, ponen cuantos palos les son posible, al carro de la demandada formación de un gobierno progresista. Queremos más que una política asistencial, en el ranking europeo de la desigualdad ocupamos uno de los peores y más vergonzosos lugares, y a ello no le es ajeno el liberalismo que propició las reformas laborales, la bajada y falta de progresividad en los impuestos, el aumento de los tributos indirectos y la disminución de los directos, así como al deterioro en los servicios básicos del estado del bienestar. Estas son las recetas de los que hoy pretenden suplantar la voluntad popular o lo que es lo mismo secuestrar la democracia.
Así que dejaros de tácticas y "hacer que pase" lo que votamos, formar gobierno de una vez por todas. La responsabilidad es mayor en quien tiene más responsabilidad.
