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Lo que queda del día

Ya está en el aire girando la moneda

Vamos camino de que todo vuelva a reducirse a elegir entre PSOE y PP, como si no hubiera más alternativas. Y es así porque la alternativa fracasó

Publicado: 01/06/2025 ·
12:02
· Actualizado: 01/06/2025 · 12:02
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  • 15M -
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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Acaban de cumplirse dos años de la celebración de las elecciones municipales. Eso quiere decir que ya está girando en el aire la moneda a punto de quedar vencida por la ley de la gravedad. Hace dos años, en muchas de las ciudades en las que el PSOE perdió la Alcaldía se introdujo como análisis, aunque con la boca pequeña, que la gente había votado en clave nacional. Era una forma de descargar las culpas sobre Pedro Sánchez sin que se notara en exceso, pero también el desahogo necesario de entre quienes tuvieron que lidiar con una pandemia a nivel local, en unas circunstancias tan difíciles como inéditas, y tras las que dieron por hecho que bastaría con la entrega y el cumplimiento del deber para contar con el reconocimiento del electorado.

Dos años después el PSOE debería dar las gracias de que no hayan sido ahora las elecciones municipales, porque como a la gente le diera por votar otra vez en clave nacional iban a ir sobrados de argumentos: los mensajes de whatsapp entre Sánchez y Ábalos, las gestiones de la “fontanera” para desacreditar a la UCO, el hermano del presidente a punto de sentarse en el banquillo de los acusados, el presidente de la Diputación extremeña aforándose por vía de urgencia, los enchufes en la Faffe, la gestión del apagón, los problemas con las infraestructuras ferroviarias...

La gente, el electorado, tendría para hartarse, en el doble sentido. Y de aquí a dos años, si es que Sánchez no ha convocado antes elecciones, pueden probar a hacer la progresión aritmética, porque a mejor no parece que vaya a ir la situación, salvo que sea en favor del propio presidente, por obra y gracia de su manual de resistencia, porque esto va de mantenerse en el poder, sin importar lo demás -ni siquiera los tuyos- y sabe que Feijóo no termina de contagiar entusiasmo: un triste en El club de la comedia en que han convertido muchas de sus señorías cualquier sesión plenaria en el Congreso.

Pero hay una cosa más, como escribe Fernando Fernán Gómez en sus memorias, “en España no sólo funcionan mal los que mandan, sino también los que obedecen”, convertidos en el principal aval de Sánchez para sortear las balas y los escándalos de cada día.

Más ahora, en que España se parece cada vez más a España, o al menos es más reconocible. La de los dos bandos, la de izquierda y derecha, PSOE y PP, Madrid y Barcelona -los equipos, no las ciudades, que ya decía José Luis Núñez cuando era presidente del Barça: “esta ciudad que se llama como nuestro equipo”-. La prueba está en Andalucía, donde la elección de María Jesús Montero como candidata socialista para las autonómicas quiere precipitar que todo se reduzca a elegir entre PSOE y PP, entre Montero y Moreno, como si no hubiera más alternativas.

Y es así porque la alternativa fracasó. Ahora no sólo se cumplen dos años de las últimas elecciones municipales, sino 15 años del 15M y diez años de la llegada a los ayuntamientos de los movimientos asamblearios, cuando todos se hacían eco de aquella falacia enternecedora de “la gente de la calle está por fin representada en el Congreso”, que había inspirado Podemos, experta en lemas y, a la postre, en decepcionar al electorado al que entusiasmó.

El periodista Vincent Bevins acaba de publicar un libro que retrata los orígenes de esos movimientos ciudadanos: Si ardemos: La década de las protestas masivas y la revolución que no fue,y en el que aborda un momento “que parecía anunciar un profundo cambio histórico y que ahora parece haberse quedado en anécdota”. En una entrevista de Tom C. Avendaño en EPS , el periodista del Post sostiene que “la revuelta en sí no aprovechó las oportunidades que ella misma creó en ninguno de los casos. No es que no pasara nada, es que fueron un fracaso”.

Salvo en Cádiz, donde Kichi hizo carrera como alcalde, la presencia de esos grupos en los ayuntamientos es ya testimonial, ni siquiera determinante, a la espera de que dentro de dos años salga cara o cruz o, simplemente, el sonido de la moneda al caer ponga punto final y epitafio: fue bonito mientras duró.

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