“Llamo a los líderes de todo el mundo a declarar un estado de emergencia climática en sus países hasta que se alcance la neutralidad de carbono” exhortó a los países el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, con motivo de la Cumbre de Ambición Climática celebrada el 12 de diciembre. Más claro el agua.
Nuestra civilización ha ido conduciendo al planeta a una situación de emergencia climática y es imprescindible reaccionar ya a todos los niveles para conseguir revertir el enorme impacto que produciría un colapso ambiental a gran escala.
Guterres dirigía estas declaraciones a los gobernantes de los países, pero también es necesario que los ciudadanos asumamos un modo de vida acorde con la emergencia climática. Es incongruente un sentimiento de exigencia ante los demás sin exigencia a uno mismo.
Para llegar a tomar las decisiones correctas que nos permitan modificar nuestro modo de vida, necesitamos formación en dos ámbitos.
Por un lado el conocimiento sobre las consecuencias de nuestros actos, el impacto de lo que compramos, de cómo lo compramos, el impacto de nuestros viajes, de los variados consumos asociados a nuestro estilo de vida. Necesitamos conocer cómo reducir esos impactos, las alternativas a los consumos más insostenibles, qué aportar y cómo hacerlo para mejorar el entorno. Debemos conocer las consecuencias de las diferentes acciones políticas y programas electorales para decidir nuestro voto y exigir con conocimiento de causa. La injusticia social es insostenible desde cualquier punto de vista.
Y por otro lado, formación que nos ayude a cambiar nuestra manera de vivir por otra, porque no es sólo un problema del capitalismo o de los regímenes totalitarios, sino también de estilos de vida individuales basados en un consumismo compulsivo. Necesitamos formación en valores morales, en el respeto y el amor a la vida en todas sus expresiones. Necesitamos reactivar todas nuestras capacidades interiores, la sensibilidad ante lo bello, la imaginación, la comunicación con los demás, el deleite por la poesía y los relatos, la excitación por el conocimiento y la indagación cultural. Necesitamos el empuje interior que facilite recuperar nuestro espacio social desde la fortaleza del altruismo y el bien común. En definitiva, enseñanzas que nos permitan hollar senderos en la búsqueda de la satisfacción personal que no dependan siempre del consumo y la posesión material.
El primer bloque de conocimientos debería ser un reto de las diferentes Administraciones en materia de educación ambiental, que asociaciones como GEA reclaman permanentemente. Y el segundo bloque surge desde la cultura y la filosofía que por este motivo, deberían ser sectores estratégicos.
