El futuro Museo de Arte de Jaén es una ficción que por ahora ni está ni se le espera, pero sería un magnífico proyecto, más aún si se realizara en un tiempo breve.
Nuestra provincia es una tierra prolífica en artistas de gran oficio, tal y como puede apreciarse en la calidad de los numerosos trabajos que se presentan en cada edición de los premios “Emilio Ollero” de pintura o “Jacinto Higueras” de escultura, cuyos depósitos acumulan obras magníficas. Si a esto sumamos la gran colección de arte de la Universidad de Jaén, que recientemente puede contemplarse online, o la colección del propio Ayuntamiento de Jaén o de la Diputación Provincial o las magníficas obras expuestas en la Sección de Arte del Museo Provincial y las de sus propios fondos, por citar sólo algunas instituciones, el resultado es una cantidad nada despreciable de obras de arte de gran calidad, muchas de ellas consideradas obras maestras, que podrían justificar plenamente la creación de un Museo de Arte de Jaén.
Necesitamos un espacio para el arte que recopile toda la abundante creación artística desparramada en sótanos, pasillos, despachos o salas desconocidas, sin detrimento de la propiedad de cada una de ellas. Necesitamos un Museo de Arte de Jaén con el que hacer justicia a tantos artistas que ha dado nuestra tierra, consagrados unos pocos, noveles otros tantos y desapercibidos la mayoría. Jaén, en un estado de permanente zozobra, en una precariedad consolidada, no sabe reconocer el talento de sus hijos. Ya pasó con Vandelvira, el adalid del Renacimiento español y sin embargo gran desconocido hasta que historiadores del arte como Andrés Galera, redescubrieron su talento.
El Museo de Arte de Jaén se sumaría al existente Museo Provincial que dispondría de más espacio para exponer sus grandes tesoros arqueológicos ocultos, al eternamente esperado Museo Íbero y a otros pequeños museos, como el Museo Catedralicio o los que tiene la Diputación en el Palacio de Villardompardo, el de Arte Naif y el de Artes y Costumbres Populares.
Ya hay sobrada experiencia del beneficio que aportan las redes museísticas a las ciudades: espacios de belleza y cultura para la población, motores de turismo de calidad y “atractores” de artistas impulsados a crear su arte, que acabe en los domicilios de ciudadanos cada vez más inclinados a rodearse de obras artísticas en su vida.
No renunciemos al compromiso con la belleza y la verdad que expresa la obra artística. Necesitamos un Museo de Arte de Jaén que nos ayude a descubrir y alimentar la sensibilidad, siempre imprescindible.
