Desde el año 2010 se utiliza el 30 de junio para celebrar el Día de la Redes Sociales con el objetivo de promover que cada vez haya una mayor conciencia sobre ellas, como herramienta que puede mejorar la comunicación.
Creo que la celebración de este día está de más, al menos en lo que se refiere a la promoción de las redes sociales, porque su velocidad y amplitud de implantación no cesa de crecer a escala mundial y la transformación que han producido a nivel individual y social era inimaginable para la mayoría de nosotros.
¿Ha probado a estar uno o varios días sin “estar conectado”? No pocas personas están abandonando de forma radical su presencia en las redes sociales como consecuencia de un hartazgo, pero en general, si efectivamente no soportamos uno o varios días sin mirar las diferentes plataformas en las que hemos plantado nuestra identidad virtual, quiere decir que hemos generado alguna forma de adicción, disfrazada de necesidad profesional, estar conectado por si hay alguna urgencia, etc.
No está en mi talante demonizar el progreso, porque indudablemente hay beneficios asociados a las redes sociales, pero como siempre, un uso inadecuado de estas tecnologías entraña riesgos que ya están bien descritos por los psicólogos: falta de concentración, problemas en la socialización y la comunicación, ansiedad.
Y es que junto al uso y disfrute de las redes sociales necesitamos activar y reforzar la mejor red de todas, la del corazón con corazón, idea que tomo después de una conversación con mi admirado amigo el doctor Antonio Alzina. Comunicar, contactar, vincular con el corazón. No se trata tan sólo de una expresión poética, sino de la referencia a crear y mantener con los demás una red tejida de actos realizados con emoción, intención y argumentos, de propuestas trufadas de razones y sentimientos, una red para compartir metas sentidas y pensadas. Una forma de concordia. Hacer las cosas con el corazón, es decir con sentimiento y con discernimiento, genera un campo de atracción, una red de sinergias que concita voluntades y afectos, un tejido de vínculos que deja buenas sensaciones tras de sí.
En el Día de las Redes Sociales se hace evidente y necesario robustecer la mejor red social, la cúspide de nuestras capacidades sociales, llegar al corazón de los demás desde el nuestro. No es una ñoñería, sino una capacidad innata en el ser humano sustentada en un itinerario establecido, la conexión directa entre nuestro músculo cardíaco con determinadas zonas del cerebro que permite sincronizar mente y cuerpo. De nuevo, nuestra propia evolución.
