La aguja se acerca

Publicado: 16/06/2021
Autor

José Diego Amores Revuelta

José Diego Amores Revuelta es licenciado en Historia y Archivero con influencia petermanesca

Reflexiones desde el sofá

Columnas de opinión que sólo pretenden invitar a la reflexión del lector sobre temas de actualidad

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Parece que es necesario e ineludible el vacunarse aunque sólo sea por la solidaridad de conseguir entre todos vencer a este maldito virus misterioso
Este lunes me toca ponerme la vacuna. Será la primera que me pondré y no voy a negar, que algo de respeto me supone. Parece que es necesario e ineludible el vacunarse aunque sólo sea por la solidaridad de conseguir entre todos vencer a este maldito virus misterioso, que un día alteró nuestra vida para hacer realidad lo que la ficción nos había mostrado en cine y televisión. La perspectiva parece ser halagüeñas y ya se vislumbra un verano lleno de turistas y terrazas llenas en nuestros bares, a pesar de la descoordinación que los gobiernos han demostrado en todo este proceso pandémico.  

Volver a poder abrazarnos y tomar una copa con una risa en nuestro rostro, brindar por la amistad y “por nosotros”, preparar la maleta para conocer lugares diferentes, respirar aire sin filtros FFP2, volver a la vida que un día dibujamos con tanto sacrificio y que a veces nos dejaba algún que otro garabato. Aunque aún quedan demasiadas preguntas por responder, como ¿cuál fue el origen real del Covid-19? o ¿cuánto tiempo nos durará la inmunidad de la vacuna? Y sobre todo nos cuestionaremos si seguirán apareciendo variantes de este Covid. Por eso este futuro mejor no puede hacer que nos olvidemos de la pesadilla que hemos padecido y será necesario mantener la prudencia en todos los actos que tengamos en comunidad.  

Pronto se oirá los sones de guitarra de nuestros músicos entonando sus creaciones en este periodo de reclusión hogareña, presumiremos de nuestros solistas y grupos que verano tras verano pueblan los chiringuitos de la provincia haciendo que por unos días olvidemos las presiones laborales y familiares. Algunos encontrarán el amor en un cruce de miradas bajo un sol asfixiante y brincará al posar los pies desnudos en la arena blanca de nuestras playas. Cabo de Plata preparará su oferta musical para el 2022 y volveremos a ver procesionar a la patrona por el mar barbateño a bordo de una de nuestras traíñas.  

Todo eso vendrá cuando el ATS que se ponga junto a mí inyecte en mi brazo ese líquido casi milagroso que me protegerá del coronavirus o por lo menos de esos incómodos bastoncillos que entran por la nariz y te toca el pensamiento. La vida es el regalo más preciado de un ser humano, y a veces no sabemos valorar este obsequio que un día nos hicieron nuestros padres por eso debemos de cuidarla con la delicadeza que podamos tener al cuidar un regalo material. Volver a la normalidad, no debe hacernos olvidar lo que hemos pasado, y por eso yo hoy propongo que cuando llegue ese día en el que las mascarillas queden en un cajón volvamos a salir a las 20h a nuestras ventanas a aplaudir, como hacíamos al principio, pero esta vez no por los sanitarios sino por los que se fueron, por nuestros amigos que dejaron de hacer rutas por el Parque Natural, o de ir al puerto pesquero todas las mañanas porque el destino les hizo enfermar de un virus del que aún no sabemos su origen. Aplaudamos por ellos y por todos nosotros que hemos podido regatear esta pesadilla. 

Miedo me da la aguja, pero deseo que me inyecte el milagro de la vida para seguir viviendo.

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