El sábado, 5 de abril, se celebró el LX Pregón de la Semana Santa roteña en el auditorio Alcalde Felipe Benítez. Un anuncio que corrió a cargo de Santiago Liaño, el quinto Liaño en la saga de pregoneros de su linaje. Un pregón que ha sido aceptado de buen agrado con la frescura e intimismo de su prosa junto a versos grandilocuentes cargados de emotividad que narraron un paseo con Dios por Rota. O como él mismo dijo: “Esta procesión que os he contado tiene solo un fin: en la Semana Santa de nuestra vida, de nuestra rutina, acompañamos a Dios por el camino que él nos dispone”.
Ya han pasado varios días desde que expusiera su pregón, ¿cómo se siente?
Aún me siento en una nube porque percibo que el pregón ha sido recibido muy bien. Me da una sensación muy curiosa.
Menciona la recepción del pregón, ¿podría ahondar más sobre la respuesta del público?
Creo que la gente ha entendido a la perfección lo que iba narrando en ese recorrido por Rota con el Señor. La gente me ha comentado que se ha visto muy reflejada hasta el punto de confirmarme que “te íbamos acompañando”. Realmente esa era mi intención, es decir, que quien lo escuchara viviera ese camino, conversación… La gente lo está haciendo suyo y es lo que considero más bonito.
Ese Viacrucis que realizaste fue muy íntimo y personal, ¿sentiste miedo antes del pregón de no ser recibido como está ocurriendo?
No. Cuando me informan del nombramiento como pregonero, recuerdo no tener muy claro cómo empezarlo. Entonces, al igual que el inicio del pregón, acabo acudiendo al sagrario para plantearme esas preguntas. El principio del pregón es un rememoración de lo vivido hace cinco meses ante la situación de no verme preparado por no saber qué contar. No sabía lo que el Señor esperaba de mí. Mis dudas iniciales estaban promovidas por no sentirme capacitado para hacer un paralelismo con los días de la Semana Santa. Es que para eso ya están los días de la Semana Santa. Tenía que hacer algo sincero y que me sintiera a gusto. El comienzo del pregón es la vivencia del primer día, es ahí cuando descubro que en esta anunciación de la Semana Santa tenía que hablar del día a día, de mi relación con el Señor de manera tan personal y como yo la vivo.
Ágil, fresco y propio era el lenguaje que emplea durante la narración de ese itinerario suyo con Dios, pero había cabida para la poética…
Efectivamente. A mí me gustan los pregones clásicos que combinan contar una historia o la Semana Santa en la calle con la parte de pregonar. Ahí consideré que los versos deberían entrar en juego, no por nada, sino porque es lo que luego da pie a la rima, la entonación y el acabar con un sentimiento que genere exaltación en el público.
De continente a contenido, dentro del pregón hubo un momento en el que afila sus palabras con una crítica sobre la falta de apología de fe de determinados hermanos, ¿sentía necesario incluir este mensaje en su pregón?
Yo lo sentía al 100%. Eso tenía que entrar. Siento que en el pregón no se vacila ni hay medias tintas, cuando uno hace algo se tiene que tener un convencimiento máximo. Si nos creemos que pertenecemos a una cofradía, hablamos del Señor y su madre, si estamos hablando de eso, tenemos que ser consecuentes que hay una historia y trasfondo detrás de esas palabras. Hay que creérselo todo, no solo lo que nos viene bien para la semana antes de Cuaresma. Este mensaje viene promovido por un debate en redes sociales hace varios meses donde un hermano de una Hermandad expone que “se puede ser cofrade y no creer en Dios, pero no estáis preparados para esto”. A raíz de ese mensaje se produce una confirmación de varios miembros de diferentes cofradías que dejan entrever su ausencia de creencia, ya sea en Dios o en la Iglesia. Creo que no somos conscientes de que para pertenecer a una cofradía se nos olvida que hemos jurado unas reglas. Y dentro de ese juramento estás acatando una serie de normas, donde la negación de la existencia de Dios o ir en contra de un dogma de la Iglesia católica es motivo de expulsión inmediata. No podemos tener gente en el seno de las Hermandades alejadas de nuestra primera regla: creer en Dios.
¿Con qué parada del itinerario de desdibujó se quedaría?
Para mí el más especial es el final. Para mí ese retorno a la parroquia con Dios en el sagrario y acabo con él en el altar hecho Nazareno. En ese final se cuentan todos mis principios, además de todos los finales en el que, a pesar de las dudas o alejarme, siempre lo encuentro, o me encuentro. Todas las veces que he intentado ensayar esa parte he acabado llorando. No era capaz de terminar esa parte sin llorar. Yo he escuchado decir a mi primo, que a su vez se lo dijo nuestro abuelo, que al atril se iba llorado. Una expresión que mi primo recoge en el obituario a mi abuelo en el ABC de manera magistral. Y me alegré mucho de poder confirmar que llegué llorado al atril. En realidad sentía miedo de romperme porque al final estoy dando testimonio de fe. Es curioso hablar de estas cosas que me eran muy complicadas hablarlas ni conmigo mismo.
Recuerdo haberle escuchado en entrevistas previas al pregón que lo había finalizado a finales de enero, o principios de febrero, ¿ha habido alguna modificación desde entonces?
Concretamente lo finalicé el 29 de enero, coincidiendo con el día del cumpleaños de mi padre. Es cierto que en general se ha quedado tal como lo terminé, aunque el fallecimiento de mi abuelo supone una mención especial al comienzo que originalmente iba a estar dedicada a mis padres, mi hermana y Dios. El núcleo del pregón no ha sufrido modificaciones en las semanas venideras, aunque, es cierto que he ido retocado varios detalles porque quería que ese recorrido que yo hago lo hiciera acompañado de quien me escucha. Al final, cuanto más lo preparaba más percibía ciertos detalles que me alejaban de ese fin. Pero, el grueso fundamental no se ha visto trastocado. He de decir que el punto que más retoques ha sufrido fue la parada en Plaza de España. En ese punto suceden muchas cosas más complejas de entender que oscilaban entre la fina línea de vivir una situación espiritual y vivir una paranormal o una experiencia onírica. Es ahí donde más esfuerzos he destinado para mantener su carácter espiritual. Y me ha sorprendido gratamente lo bien que se ha entendido.
Ese recorrido en el que basas tu pregón, ¿cuántas veces lo has hecho?
Muchas veces. El recorrido de salir de mi casa, ir a la parroquia, volver por el paseo y subir hacia calle calvario para ir a casa de mi abuela no sabría ni decirte. Por eso expuse en el pregón eso de “un recorrido que es tan mío como mía es mi mirada. Un recorrido que es tan mío como mío no es nada”. Ese recorrido del que hablo lo he podido hacer en infinidad de ocasiones. Luego el tramo que comprende la casa de mi abuela hasta la parroquia lo he hecho en multitud de ocasiones.
¿Y el completo?
Esta Cuaresma lo he hecho varias veces.
¿También después del pregón?
Después del pregón no, pero lo tengo anotado para hacer. Es cierto que durante el viernes y sábado lo hice prácticamente. Pero, eso fue antes del pregón. Un recorrido junto a mi familia visitando las diferentes hermandades.
¿Qué te gustaría destacar y que se recordase de tu pregón?
Para mí lo más importante del pregón es que el que lo esté escuchando, o lo haya escuchado y lo recuerde, haga el camino conmigo. Es más, me gustaría que hiciera su propio camino, ese camino en el que se empieza con muchas dudas, donde es necesario pasar por todas las fases para acabar lleno de certezas. Aunque, las certezas ya estaban antes porque, como expongo en el pregón, las dudas nos las creamos nosotros. No perdemos a Dios sino que nos perdemos nosotros. Él nunca se va. Muchas veces nos alejamos con su permiso porque necesitamos desconectar. Quiero que quien acuda al pregón lo haga suyo y encuentre ese momento en el que se sintió perdido y en otro punto encontró la voz, o mano, que le ayudó. Mi satisfacción es que alguien pueda escuchar la voz del Señor a raíz de hacerse esas preguntas.
Como artista, ¿a qué obra de arte asemejaría su pregón?
Yo diría que sería una obra concreta de mi pintor favorito, Mark Rothko. Se trata de un trabajo que realizó en un punto de Estados Unidos para una capilla en medio de la nada que parece funcionar como un oratorio. Allí hizo tres lienzos enormes, todos en negro. Si tuviera que vincular una obra a mi pregón sería a ese porque evocan una gran profundidad dentro de esa oscuridad que sientes la presencia del Señor dentro del cuadro. Es una sensación de cerrar los ojos y verlo oscuro y, en realidad, acudes a otro mundo. Mi pregón serían manchas de colores que te meten en otro mundo.