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Lo que queda del día

Semana Santa; ayer y hoy

Hay en el ámbito cofrade una predisposición inusual por lo accesorio a la que la misma Iglesia se ha abrazado como un salvavidas

Publicado: 13/04/2025 ·
02:40
· Actualizado: 15/04/2025 · 00:30
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  • Semana Santa de Jaén. -
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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Arremete Fernando Fernán Gómez en sus memorias contra los que argumentan que no se debe escribir sobre la propia infancia, porque la infancia de todos los hombres es la misma. Y rebate: “Efectivamente, yo nací, como todo el mundo, en Lima. Mi abuela, como todas las abuelas de todos los demás, tuvo que desplazarse desde España para hacerse cargo del evento. Durante algunos años, también como todos los niños, tuve un ama negra”.

No sé de dónde sacó aquella cita, pero sólo pudo pronunciarla alguna de esas personas a las que les gusta escucharse a sí mismas, o tan segura de sí mismas que pueden renunciar a sus propios recuerdos.    

Hasta donde he podido escudriñar, en pugna con mi indomable memoria, mi recuerdo más remoto se remonta hasta el año 1976, cuando los Reyes de España realizaron su primera visita oficial a la provincia de Cádiz. Los saludé con efusividad desde el balcón de mi casa mientras pasaban en un coche clásico descapotable. Todo el mundo parecía muy contento.

Pero no es ése el tipo de recuerdos que marcan una infancia, al menos hasta el punto de modelar las emociones, que es de lo que se trata: de morder la magdalena de Proust.

Esta mañana he sentido algo parecido a ese efecto poco antes de que se abrieran las puertas de la iglesia desde la que iba a procesionar la Hermandad de La Entrega. Las calles próximas sin rastro de tráfico, el murmullo incesante, el público expectante, la brisa del mediodía... Volver a la Semana Santa implica regresar a ese momento de la infancia en el que se aceleraba el descubrimiento y se afinaban los sentidos.

De un lado, la historia más grande jamás contada, desde su dimensión religiosa hasta su tamizada representación cuasi operística; del otro, las circunstancias afectivas que enriquecen el vínculo con una imagen, con una cofradía y, más aún, con la vida en hermandad, los 365 días del año, con la meta siempre presente del reencuentro anual en la calle y el compromiso con sus titulares, con sus devotos y con la parroquia.

Me ocurre lo mismo cuando escucho cantar “como brote de olivo, en torno a tu mesa, Señor”, que se precipitan de una vez todas las mañanas de Domingo de Ramos de aquellos años: la procesión con ramos de olivo; la lectura de la Pasión, con voz casi teatralizada, de serial radiofónico, en la que intervenían un narrador, el encargado de encarnar a los personajes secundarios, y el sacerdote, que asumía las líneas de Jesús; el coro cantando “Shalom haverim”...

Supongo que parte de esos recuerdos se parecerán a los de la infancia de muchas personas, pero no de todo el mundo, como reivindicaba con ironía mordaz Fernán Gómez en sus memorias. Pero lo que los hace más particulares aún son el contraste con el presente: lo esencial permanece intacto, pero, lo mismo que se han producido avances estéticos extraordinarios, hay en el ámbito cofrade una predisposición inusual por lo accesorio, como ocurre con esa predilección por lo (extra)ordinario a la que la misma Iglesia se ha abrazado como un salvavidas, consciente del significado social de las hermandades y del valor de su contrapeso ante los desafíos del mundo contemporáneo -a lo mejor hay que entender mejor al Papa Francisco en vez de sellar tantas autorizaciones, aunque ya se sabe que doctores tiene la iglesia-.

El padre Javierre ya supo verlo en los años noventa, pero no como coartada, sino como ejemplo del por qué la fe se vivía en Andalucía de forma diferente al resto de España. De ahí a dar rienda suelta a la manifestación de las devociones populares dista mucho. Lo escribía hace unos días desde Sevilla Carlos Colón: “Han salido a la calle tantos cortejos de todo tipo y quedan tantos por salir, que parece que el próximo domingo empezará la feria”. Ya sólo falta que alguien venga a justificarlo por su impacto en el turismo y la actividad económica.

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