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San Fernando

“He visto cosas muy horribles, pero nunca me han impactado tanto como el caso de Klara”

El que fuera el abogado de la familia de la menor de 16 años asesinada hace 25 años en el crimen de ‘Las Brujas de San Fernando’ recuerda las claves del suceso

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  • El descampado donde murió Karla es hoy un parque muy concurrido. -
  • “Fue una barbaridad; fue una ejecución chapucera y de una crueldad increíble”, señala el letrado penalista isleño
  • Iria Suárez y Raquel Carlés nunca volvieron a La Isla tras cumplir las medidas impuestas

“Te llama un hombre. Han matado a la hija”.  Este fue el primer contacto que José Ignacio Quintana, abogado penalista isleño especializado en derecho criminal, tuvo con el caso de ‘Las Brujas de San Fernando’. Estaba en casa, almorzando con su esposa y sus hijos pequeños. Fue ella quien respondió a la llamada desesperada y abatida de José Antonio García, padre de Klara, la menor de 16 años asesinada salvajemente a manos de Iria y Raquel, sus dos compañeras de clase del IES Isla de León, aquella fatídica noche del viernes 26 de mayo de 2000.  Este lunes se han cumplido 25 años de un caso que conmocionó a la ciudad y a todo el país por la crudeza y la violencia con la que actuaron sus autoras.

En la Comisaría le conocían bien “porque entonces éramos muy pocos abogados criminólogos titulados” y le dieron su número. Esa mañana del sábado Quintana ya se había enterado de algo. “Me contaron que había aparecido una chiquilla muerta en El Barrero, y pensé de forma matemática: droga y ajuste de cuentas”. La realidad era muy distinta. Ha pasado un cuarto de siglo, pero lo recuerda como si fuera ayer.

Pese a su larga trayectoria, en las que ha visto “cosas muy horribles”, ningún caso "le ha impactado tanto" como el de la menor apuñalada mortalmente tras recibir 32 cuchilladas y dos ladrillazos en la cabeza a sangre fría por dos amigas que querían saber lo que se sentía matando a alguien. Uno de los abogados de la defensa le llegó a avisar de que había un trasfondo satánico por la fascinación de las dos jóvenes a los temas esotéricos. Él se acordó entonces de otros asuntos complicados que había llevado, como uno de tráfico de cocaína en cadáveres de niños de dos años. No podía ser peor. Pero lo fue. El de Klara le removió aún más.

 “Fue muy impactante por ser de aquí de San Fernando, por la crueldad gratuita de su muerte y la relación afectiva con los padres, porque te toca mucho más”, cuenta a este periódico. Quintana tuvo una relación “muy intensa” con el matrimonio, por eso se alegró tanto cuando hace más de dos años coincidió en el juzgado de Cádiz con José Antonio, ex militar de profesión. “Lo vi hace dos o tres años en los juzgados de Cádiz. Nos preguntamos por la familia y nos abrazamos como buenos amigos; ellos se fueron a vivir a Chiclana”.  Tenían un hijo pequeño y era muy duro  vivir en la casa familiar.

“María, su madre, se rompió por completo. Nunca se llegó a recuperar. La tristeza se la comió. La pena le pudo”, lamenta. Supo que murió hace unos años. José Antonio era “más combativo”. “Se rebeló contra la muerte de su hija y la ley; consideraba que en ese momento no hacía justicia”. Con él paso “cientos y cientos de horas trabajando juntos y estudiando mucho”.

Y es que además de la violencia que rodeó al caso, siempre se estudiará en todos los manuales por ser el primero al que se aplicó la Ley del Menor (5/2000). “Fue el asunto horrible con el que se inauguró; fue un tema complicado por lo emocional, pero jurídicamente no era complejo, era contundente”, reconoce.

Esta escultura de un unicornio recuerda a Klara desde 2007.

Movimiento ciudadano

Sí es verdad, como recuerda, que gracias a la lucha de los padres de Klara y al movimiento ciudadano que iniciaron, consiguieron llegar hasta el Ministerio del Interior y cambiar la legislación original. Inicialmente, la medida máxima de internamiento por homicidio y asesinato que contemplaba  era de cinco años, con opción de que una vez cumplida la mitad  pudiera cambiar a régimen semiabierto. Gracias a esta campaña, se modificó la ley en vigor y se pasó de los cinco a diez años como máximo de internamiento en régimen cerrado (actos terroristas) y a ocho años en otros homicidios (como el de Klara). A Iria y Raquel, de 16 y 17 años, le impusieron una medida de ocho años de internamiento y cinco de alejamiento. A la acusación no les permitían personarse en la gestión del procedimiento, pero cree que a los cinco años las dos autoras ya disfrutaban de un régimen de libertad semiabierto.

Han pasado 25 años del crimen y 12 desde que Quintana imparte Derecho Penal en el máster del Colegio de Abogados. Todos los cursos le preguntan por el caso. “Fue una autopsia muy dura, pero desde el punto de vista médico y legal muy didáctica. La prueba forense evidenciaba la “furia” empleada. “La degollaron cuando aún estaba viva. Fue una barbaridad; una ejecución muy chapucera, pero de una crueldad increíble". También le causaron una hemorragia interna en la cabeza al golpearle con un ladrillo. “Muchos alumnos cuando ven la autopsia se levantan y se van”. 

Al que fuera abogado de la familia de Klara también le costará olvidar la actitud fría que mantuvieron las dos acusadas durante el juicio. "Tenían un coeficiente intelectual muy alto y sabían perfectamente lo que hacían y quisieron hacerlo". Ambas se negaron a responder a las preguntas de la Fiscalía y la Acusación, pero en un momento dado Iria, cuando el juez le preguntó si había algún motivo que hubiera desencadenado esa brutal agresión a Klara, lo único que acertó a decir fue que "no había nada, Klara nunca representó nada para mí, ni lo representa ahora".

Ante tal respuesta, cuenta José Ignacio que el juez Juanjo Cepa Calderón tuvo que hacer un ejercicio de contención importante por no llamarle la atención y su absoluto desprecio a la vida de Karla. "El juez apoyó su mano derecha en la mesa y se agarró fuerte; tenía un papelón importante", recuerda el letrado.

Las dos autoras del crimen no han vuelto a San Fernando

 Iria Suárez y Raquel Carlés nunca volvieron a La Isla tras cumplir las medidas impuestas. Lo poco que le ha llegado al abogado de la familia de Karla es que hasta hace tres años  Iria trabajaba de psicóloga infantil en un colegio en Oxford. Sin embargo, a través de una denuncia, su historial llegó a la dirección y fue despedida. Por su parte, tras salir del centro de menores de Madrid, Raquel encontró trabajo en la capital, donde permanece. 

 

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