La visita a los Polvorines de Fadricas esta semana por parte del alcalde y los medios de comunicación hay que enmarcarla en su verdadero contexto, que no necesariamente tiene que ser el de una operación propagandística nuevamente sin contar con los representantes de más del 50% de los votantes de La Isla.
Hay que contextuarla en la necesidad de que los ciudadanos sepan que aquello existe, que es uno de los pocos suelos que quedan con posibilidades de convertirse en un valor añadido para la ciudad y que el Ayuntamiento está trabajando para preparar el terreno y no desaprovechar ninguna oportunidad cuando las vacas flacas desaparezcan y vuelva la bonanza económica.
De la misma forma, y el alcalde de San Fernando, José Loaiza, lo dejó meridianamente claro, la operación de Polvorines no es asumible hoy en día por ninguna administración si no pasa irremisiblemente por una solución parcialmente residencial, por lo que debe entenderse como un mal menor sin el cual será absolutamente imposible que el rédito de las zonas comerciales y de ocio se convierta en realidad en un tiempo más o menos prudente.
Ahí es precisamente donde se centran las cuestiones que deberíande ser objeto de un análisis minucioso y en las que si bien barco con dos capitanes termina en motín seguro, no está de más que el puesto de mando depare la confianza que se merece la oficialidad del buque.
Que los portavoces de los partidos políticos de la oposición puedan hacer aportaciones al proyecto político -el económico no tiene más salida- nunca será en detrimento del prestigio del capitán, sino en loor de su pericia.
