Sentimientos como el miedo, el asombro y la incredulidad, son los que hoy en día asaltan a cualquier ciudadano moderno, que repare mínimamente en el tono que están adquiriendo tanto la política internacional, como lo que se ha venido a denominar la geopolítica mundial.
La presión fiscal, el incremento de la pobreza, el aquelarre arancelario, el histérico rearme, el crecimiento del populismo, el nivel de los dirigentes internacionales y los mensajes erráticos de todos estos, nos sumen en una situación de incertidumbre que dista mucho del “estado del bienestar” que los seres humanos debieran tener, tras el tránsito de tantísimos años de historia, con el “presuntamente” debido aprendizaje que por otro lado brilla por su ausencia.
Ya lo decía Joan Manuel Serrat en su preclara canción “Algo personal” al referir de estos dirigentes aquello de “Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz,juegan con cosas que no tienen repuesto y la culpa es del otro si algo les sale mal. Entre esos tipos y yo hay algo personal”.
No por ser previsible y recurrente el incurrir en los errores, deja de ser increíble el panorama actual.
Desde siempre, el ser humano se ha provisto de herramientas de corrección sobre su propia maldad, de diversa naturaleza, tales como la Ley, la Ética, incluso las religiones que si bien diferentes, in fine, redundan en valores de justicia, bondad y fraternidad cualquiera que sea su origen. Y siempre con el fin de contrarrestar esa maldad que al igual que la bondad, habita en los seres humanos por razón de su mera existencia.
Desde un prisma ya más local y sevillano, afrontamos estos días la llegada de la Semana Santa, como acto religioso, popular, tradicional y festivo, y sin perjuicio de las creencias que cada uno libremente pueda profesar, debemos recordar que el mal es universal y que sólo un verdadero acto de amor, puro, desinteresado y hasta sacrificado puede contrarrestarlo de forma efectiva.
Por eso, es responsabilidad de la ciudadanía afrontar estos momentos con entereza, pero también con sentido común y generosidad. Exigiendo a quienes dirigen estos organismos y países los principios y valores que deben reconducir cualquier situación de tensión.
Pero de momento, lamentablemente estos señores no parecen porosos a esta necesidad y, por tanto, igual que le pasa a Joan Manuel, “entre esos tipos y yo hay algo personal”. n