Faltaré la próxima semana a esta cita con ustedes, por la sencilla razón de ser Jueves Santo y que nuestro periódico no sale a la calle. Ya lo saben, si son seguidores y lectores asiduos de estas páginas que la compañera Carmen del Toro elabora magistralmente cada día de lunes a viernes. Les deseo por tanto, una Semana Santa que cada uno de ustedes ha de llenar con aquello que mejor crea, le convenga o interese. No olviden -lamentablemente para aquellos a los que nos gustan las cofradías- el paraguas para los primeros días, porque lo que se avecina dibuja un panorama poco favorable, al menos desde hoy jueves y para los primeros días de esta Fiesta Mayor de la ciudad.
Cierto es que la suspensión de las salidas de las hermandades conlleva, para los cofrades, un varapalo, máxime si recordamos la Semana Santa de 2024, en la que un altísimo porcentaje de cofradías se quedaron en sus templos. Cofrades que, muchos de ellos, se pasan todo el año trabajando por amor y devoción a sus titulares y ven truncadas sus ilusiones (o el culmen de ese trabajo durante tantos meses) por motivo de la lluvia. Situándome al lado de ellos, lado activo en el que he estado durante muchos años, es “una faena”, como decimos aquí.
Pero tampoco hay que olvidar a aquellos negocios, principalmente de hostelería, que la Semana Santa les supone un alivio en las cuentas. Negocios que, me atrevo a decir, hacen un esfuerzo en las horas de trabajo y que ya, a estas alturas, habrán realizado una considerable inversión para tener de todo en estos días. Cierto es que un barril de cerveza no se estropea, pero existen otros productos que su fecha de caducidad es finita y que la lluvia los convierte en pérdidas. Recuerdo un antiguo negocio que preparaba, para la madrugá, un importante número de bocadillos al tener muy cercano el paso de dos cofradías y que la inesperada lluvia de aquella noche hizo que esos bocadillos acabaran en la basura.
No les digo más, solo me reitero en mis deseos de que pasen unos días de descanso (o cansados por el gozo y disfrute); mi deseo también para aquellos que sienten un alivio en sus negocios no vean truncadas sus expectativas; y por último, que a nuestros gobernantes locales les salga todo como prevén, sin sustos ni alteraciones. Eso sí, pongamos de nuestra parte aquellos que estemos en la calle: dejen las sillitas en casa, para evitar problemas de orden público, y bajen los móviles cuando tengan un paso delante. Guarden en su memoria lo que ven, porque de ahí nunca se borrará.
Sean felices. Nos vemos pronto.