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Sevilla

La ciudad del genial “Tropezones” (III)

El apodo de “Tropezones” surgió precisamente de la óptica, porque el dueño quería un personaje llamativo en su escaparate

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  • Viñeta -

Rosa Rodriguez Carcela  (“ABC”, 17 de agosto de 1987), escribió una amplia entrevista con Tropezones, y dijo: “Durante los años cincuenta y parte de los sesenta estuvo apareciendo en el diario vespertino “Sevilla” la sección humorística “Tropezones dice...”, firmada por el dibujante Wasaldúa. EI chiste de Tropezones, de bastante éxito en aquellas fechas, reflejaba el devenir cotidiano de la sociedad. “Humor castizo”, como el mismo Domingo Wasaldúa señala, fue el que imprimió a sus entrañables dibujos de toreros, futbolistas, señoras con delantal y jamones, guardias civiles, niños, bueyes y temas de cacería, entre los más conocidos”.  Y más adelante, añadía:

“Domingo Wasaldúa Villalba, de setenta y cinco años recientemente cumplidos, ha sido un verdadero autodidacta de la plumilla y la tinta china, ya que su verdadera profesión fue la de perito mercantil. Cuenta para “ABC” sus inicios y el de Tropezones: “Yo empecé en esto del dibujo en una óptica que había en la calle Valázquez. Al difunto Curro de los periódicos le hice unas caricaturas del Sevilla y del Betis, y entonces el dueño de la óptica, Manolo Arenas, me pidió que hiciera unos dibujos de fútbol para su escaparate todos los lunes. El apodo de Tropezones surgió precisamente de la óptica, porque el dueño quería un personaje llamativo en su escaparate; yo le dije que eso estaba hecho: uno que va por la calle y se tropieza con todo lo que se encuentra, ya que no está bien de la vista, hasta que viene a la óptica, se gradúa y ya puede ir a los toros y a otros muchos sitios.

- ¿Cómo entró en el diario “Sevilla”?


- Pues porque el director Celestino Fernández Ortiz, conocía mis dibujos y me dijo que si quería colaborar. Me dijo que no hiciera caricaturas políticas, sino de temas locales, de la calle, ya que en aquellos años era muy difícil tocar otro tipo de cosas. Aparecía en una sección que se llamaba “Tropezones dice...”. Si no recuerdo mal, me pagaban por cada chiste veinte pesetas. De eso hace treinta años.

Efectivamente, eran otros tiempos que no permitían una mayor libertad de expresión,  y por eso sus chistes tenían un contenido donde primaba lo folklórico, el reflejo de la calle. De ahí, precisamente, el éxito de “Tropezones dice…”: “Fue un chiste muy conocido porque lo que yo hacía era un humor de la calle, no selecto. La gente estaba deseando que saliera el periódico por la tarde para ver a Tropezones, indica Wasaldúa”.

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