Ángela de la Cruz Guerrero González (Sevilla, 30 enero 1846-2 marzo 1932), canonizada desde el día 4 de mayo de 2003, fundó en Sevilla la Compañía de Hermanas de la Cruz el día 2 de agosto de 1875, festividad de Nuestra Señora de los Ángeles. Ese día emblemático para Santa Ángela, ella y sus tres primeras seguidoras, Josefa de la Peña, Juana María Castro y Juana Magadán, aún sin vestir hábitos, comenzaron la vida de la Compañía en una modesta casa corral de la calle San Luis número 13.
Hasta llegar al 2 de agosto de 1875, Santa Ángela de la Cruz tuvo una dura travesía iniciada en 1865, después de tres años de meditaciones y esperanzas de dedicar su vida a Dios, mientras trabajaba desde 1862 como obrera zapatera en el taller de Maldonado, haciendo calzado a medida para las señoras de la burguesía sevillana y para sacerdotes. Esta última circunstancia le permitió conocer al padre José Torres Padilla, cuya influencia espiritual fue clave para sus aspiraciones religiosas.
En 1865, sor Ángela pidió el ingreso en el convento de las Carmelitas Descalzas, pero le fue denegado. Tres años después, en 1868, fue admitida por las Hijas de la Caridad del Hospital de las Cinco Llagas, pero en 1870 tuvo que abandonar por enfermedad cuando ya era novicia. Durante más de cuatro años, hasta 1875, mantuvo vinculaciones espirituales con el padre José Torres Padilla, su mentor, quien le motivó para que escribiera sus “papeles de conciencia”, donde sor Ángela expresó sus vivencias y ansias religiosas desde el 11 de octubre de 1874 en adelante. Hasta que en julio de 1875, junto a sus tres amigas y compañeras antes citadas, decidió abandonar el taller de zapatería y dedicarse a visitar y atender a los pobres enfermos. Las cuatro mujeres no contaban con más ingresos iniciales que sus parcos ahorros y las ayudas que le proporcionó la Providencia.
El mismo año de la fundación, sor Ángela y sus tres compañeras abandonaron la habitación con derecho a cocina de la casa corral de la calle Luis número 13, y se trasladaron a una casa unifamiliar de la calle Hombre de Piedra número 8. Allí se unieron otras muchachas atraídas por la fama que en tan escaso tiempo habían adquirido las fundadoras, entregadas en cuerpo y alma al ejercicio de la caridad en los más necesitados. De este tiempo se recuerdan hechos que asombraron a los sevillanos.
La semilla sembrada por Santa Ángela de la Cruz ofrece una cosecha espléndida. La Compañía de Hermanas de la Cruz está presente en casi toda España y otros países. Y ella es tenida por santa desde antes de morir.