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ETA era eficaz asesinando, pero en los negocios era un desastre

ETA desarrolló una intensa actividad financiera en paralelo a sus acciones criminales que incluyó una serie de 'apuestas' ruinosas

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  • ETA

ETA desarrolló una intensa actividad financiera en paralelo a sus acciones criminales que incluyó una serie de 'apuestas' ruinosas como la compra de dólares con la llegada del euro o la emisión de bonos que, años después, trataron de relanzar repartiéndolos junto a colgantes con la imaginería de la banda terrorista.

De los 'negocios' ruinosos de ETA da cuenta Florencio Domínguez en el capítulo tercero del libro 'La bolsa y la vida: la extorsión y la violencia de ETA contra el mundo empresarial' (editorial La Esfera de los Libros), una obra coordinada por Josu Ugarte de reciente publicación y que ha consultado Europa Press.

La visión estratégica de ETA se constató en su búsqueda de fuentes complementarias, a cual más ruinosa. Un informe de la tesorería de ETA datado en septiembre de 2004 e incautado a 'Antza' y 'Anboto' cifró los dólares en poder de la banda en 159.880, a los que había que añadir 365.688 euros. Los jefes de ETA tardaron poco en lamentar que sus predicciones sobre el euro no se cumplieran, estudiando incluso recurrir al mercado negro para cambiar de moneda.

"Todavía tardaron otros cuatro años en cambiarlo, cuando el euro estaba todavía mucho más caro, por lo que las pérdidas definitivas fueron aún mayores", se explica en el libro 'La bolsa y la vida'. La obra se detiene a continuación en la emisión de bonos para intentar obtener recursos, "aunque los resultados fueron bastante pobres".

La emisión de bonos tenía una finalidad propagandística y psicológica, además de económica. Lo decía así la propia ETA: "Se quiere dar un solapamiento entre el pueblo y la Organización, hacemos posible que el pueblo ayude para que los que no pueden ayudar de otra forma, los que no se atreven, puedan dar su apoyo".

En 1997 emitieron un total de 10.500 bonos por un importe teórico de 105 millones de pesetas. Tres años más tarde habían recaudado 1.440.000 pesetas y 2.000 francos franceses. "Habían perdido más de nueve mil bonos y tenían en caja otros 939; sólo habían vendido 143". Por eso, a partir del año 2.000 junto con los bonos se repartieron colgantes con imaginería de ETA, "pero tampoco propiciaron cifras significativas".

UNA CIRCULAR A SUS BASES

ETA no desistió y cuatro años más tarde aún ideó una nueva estrategia para colar sus bonos 'patrióticos': envió una circular para instar a sus bases a que se esforzaran en distribuir bonos y colgantes, "sobre todo entre los ciudadanos que tienen poder adquisitivo y que son miembros de la izquierda abertzale". "Fue escasamente productivo porque ese año se contabilizaron unos ingresos de 1.060 euros por la venta del 'bono-colgante".

El libro documenta el primer intento de compra de bonos. Fue en 1977: ETA compró bonos de un banco español con oficina en Bayona por un importe de 18 millones de pesetas. Se trataba de un producto financiero anónimo que podía ser canjeado en cualquier momento; de hecho en 1978 se hizo efectivo para la compra de armamento. La banda también participó en operaciones de falsificación de billetes con la idea de ponerlos en circulación en el País Vasco.

En el libro se analiza el "efecto euro" para denominar a la decisión de ETA de comprar dólares cuando salió el euro en 2002, según quedó reflejado en documentos incautados a Ibón Fernández Iradi. De las 46 empresas extorsionadas por los etarras, a un grupo se les exigió 16 millones de pesetas, pero al lote de empresas a las que se hizo el cálculo en euros la cifra ascendió hasta los 301.428 euros, algo más de 50 millones de pesetas al cambio.

"Las cantidades medias reclamadas se dispararon de la noche a la mañana. Pasó con las cartas lo mismo que con el café de muchos bares, que el 31 de diciembre de 2001 costaba cien pesetas y al día siguiente un euro", según el libro.

PRESUPUESTO BASTANTE LIMITADO

'La bolsa y la vida' sostiene que ETA siempre fue una organización con un presupuesto "bastante limitado". Sus negocios con apariencia de legalidad se mezclaron con secuestros y extorsiones. "La mayoría de los empresarios que recibieron cartas de extorsión rehusó atender la petición de los terroristas", según este libro, "sin embargo, los que cedieron al chantaje fueron suficientes para financiar con su dinero las actividades de ETA".

Entre los primeros destaca el Grupo Mondragón, "referente vasco del cooperativismo que ha sido en ocasiones atacado desde algunos sectores fuera de Euskadi atribuyéndole determinadas simpatías" con ETA. La banda le requirió dinero pero, según los autores de 'La bolsa y la vida', fue un intento baldío porque los directivos amenazados se negaron a ceder.

Otro caso paradigmático fue la respuesta que le dio desde Finlandia el presidente de una multinacional, Outokumpu. "En una misiva clara, concisa, correcta pero contundente, redactada como si fuera una carta comercial más, el presidente proporcionaba a ETA una breve referencia sobre la compañía y sus actividades, antes de indicarle sutilmente que no le iba a pagar".

Se llega a explicar que en España sólo hay oficinas de venta que mantienen en el País Vasco por "razones históricas", aludiendo a un "antiguo gerente de la compañía". La misiva terminaba subrayando las consecuencias de su salida "sin retorno" y haciendo un ejercicio de sutileza e ironía: "Por todas las razones anteriormente mencionadas consideramos que ha podido haber un error en el envío de su carta".

"La respuesta, tan educada como clarificadora del presidente de la multinacional, desconcertó a los terroristas, como se aprecia en un intercambio epistolar entre los etarras que buscaban explicaciones a lo ocurrido. 'Bueno, parece que hemos metido la pata', concluye uno de ellos", según 'La bolsa y la vida'.

El libro también recuerda decisiones personales de gran impacto en su momento como la del industrial pastelero de Goyerri Juan Antonio Arruabarrena, que trasladó su empresa a Zaragoza en 1993 ante el chantaje y las amenazas de ETA.

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