Una línea más fina que el papel de fumar

Publicado: 07/02/2025
La evolución exponencial y sin frenos de la Inteligencia Artificial está dando lugar a que ya no baste con dudar acerca de una información recibida
Muchas son las obras cinematográficas o literarias que ha propuesto el reto de discernir qué momentos de los narrados son reales y cuáles son fruto de la imaginación del protagonista o de la inconsciencia de estar siendo esclavo de la simulación de un mundo virtual.

Un juego con el espectador o lector que, durante mucho tiempo, fue motivo de entretenimiento y diversión pero que, peligrosamente, en los últimos años ha dejado de ser una ficción creada por el guionista o escritor para tornarse en una compleja situación de actualidad.

La llegada y desarrollo continuo de nuevas aplicaciones o variantes de la Inteligencia Artificial, sumada al libre albedrío al que están dando pie los propietarios de las principales plataformas de redes sociales, ofrece como resultado a la ecuación un futuro con un número tan alto de verdades distintas a un mismo tema como los algoritmos, sistemas y servidores sean capaces de crear. Siendo unas contrastadas y otras tantas planteadas sin verificación alguna detrás.

La evolución exponencial y sin frenos que vienen experimentando los sistemas de la Inteligencia Artificial está dando lugar a que ya no baste con dudar acerca de una información recibida, sino que comience a pensarse aquello de que si no puede tocarse no es real.

Desde alteraciones de simples textos a fotografías o vídeos, sin importar el momento histórico, los titulares que viene dejando la Inteligencia Artificial en extrañas ocasiones vienen siendo positivos. Además, ese libre albedrío informativo que proponen en las últimas semanas los encargados de gestionar las redes sociales no hace sino dificultar aún más las cosas, pues cada imagen alterada que no es verificada o claramente planteada como creada artificialmente lleva a propiciar la aparición de un nuevo bulo.

Cualquiera podría a día de hoy ordenar a la IA la creación de una imagen en la que se observe a cualquier figura de relevancia entrando a un lugar en el que no debería de estar y hacer saltar todo por los aires.

Por ahora, los paseos por las calles siguen devolviéndonos al mundo, pero la navegación por estas plataformas digitales ha dejado de ser un motivo de ocio para convertirse en un intenso ejercicio mental en el que casi tratar de ser capaz de diferenciar constantemente el bien del mal, pues la línea que diferencia lo real de lo ficticio se ha vuelto más fina que el papel de fumar.

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