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Bruselas: mejillones, patatas fritas, cerveza y unas elecciones trascendentales este 9J

La próxima cita con las urnas son determinantes para el sector primario, la inmigración y el futuro de las democracias... Debemos tomárnoslas en serio

Publicado: 27/05/2024 ·
09:24
· Actualizado: 27/05/2024 · 09:24
  • El Parlamento Europeo. -
Autor

Daniel Barea

Yo soy curioso hasta decir basta. Mantengo el tipo gracias a una estricta dieta a base de letras

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En mi entorno, solo B. aprecia el encanto decadente de Bruselas. Aunque realmente lo que le pirra son los mejillones, las patatas fritas y la cerveza. Viaje pendiente para redescubrir juntos la ciudad, la he disfrutado un poquito en varias ocasiones cuando me he trasladado por cuestiones de trabajo. Y me pierde porque además de su rico patrimonio histórico, ofrece mejillones, patatas fritas y cerveza en cada rincón. También chocolate.

Bruselas, además, es la capital de Europa y, como Europa, una localidad de contrastes, donde la desigualdad es ostensible para cualquier observador, sin necesidad de que uno sea un delincuente de la percepción, en un paseo o, sobre todo, en la línea circular del metro. Las paradas anteriores a Molenbeek y las que se encuentran en la zona muestran la presión migratoria y la miseria en comparación con Etterbeek o  las inmediaciones del Parlamento Europeo.

Mi trabajo, precisamente, se ha desarrollado en las cuatro o cinco veces que he estado en Bruselas en el Parlamento Europeo. Pude comprobar la importancia de una institución que decide desde asuntos tan dispares como el vino y el ruido a cuestiones tan locales como el tan demandado estudio epidemiológico del Campo de Gibraltar. Además, la Unión Europea es clave para la cohesión del viejo continente en todos los sentidos.

No se trata únicamente de la moneda común y la libertad de tránsito, sino de la toma de decisiones que afectan a sectores como la agricultura y la ganadería, la pesca, la industria y a políticas de trascendencia como la vivienda, la ciberseguridad y la inmigración. Gracias a la Unión Europea, España ha gozado de un desarrollo socioeconómico sin precedentes, y la pandemia no arrasó las economías nacionales con una movilización millonaria a través del programa Next Generation.

Así que hay que tomarse en serio las elecciones del próximo 9 de junio. El PP tiene las encuestas a favor, pero la distancia que saca al PSOE se estrecha con el paso de las semanas. Los populares, además, no han hablado de Europa en los primeros compases de la campaña, sino que plantean los comicios como el paso definitivo para forzar a Pedro Sánchez a ir a las urnas en España. Pero los socialistas tienen tomado el pulso al ciclo electoral y han planteado el 9J como una nueva batalla en la guerra contra el radicalismo.  

La candidata de los populares europeos, actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha incendiado el debate al asegurar que pactará con la extrema derecha si es necesario y rechaza el cordón sanitario que pide la izquierda. En el PSOE se frotan las patitas con estas declaraciones porque refuerza su discurso alarmista, apuntando a Vox, en el caso español, a cuyos dirigentes tacha de “negacionistas del espíritu europeo” y “terraplanistas de los derechos humanos”. El resultado del 9J es crucial para el futuro comunitario y, en España, dará un balón de oxígeno a Pedro Sánchez si se impone o, por el contrario, la presión será insoportable. No se pierdan el escrutinio. Y si pueden, con mejillones, patatas fritas y cerveza belga, claro.

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