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Privatizaciones reconocimiento de impotencia política

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Los políticos que llegan al gobierno de una administración, del nivel que sea, pueden adoptar dos papeles bien distintos. Uno de ellos, relacionado con esa vocación de servicio a la población a la que representa, se instala en el ámbito de trabajar, por cierto duramente, para que las personas que deben ser atendidas por la administración que rige, lo sean de la mejor forma posible y más rentable socialmente hablando. Eso significa liderar un proyecto de trabajo cooperativo con las personas empleadas públicas de esa administración para que se consigan los objetivos propuestos. Planificar, dirigir, supervisar y corregir  para que la ciudadanía reciba las actuaciones administrativas en  buenas condiciones y que experimenten que los impuestos que se pagan sirven para ello. Evidentemente asumir este papel supone asumir una doble responsabilidad y por otro lado renunciar a medrar a costa del erario público. Ya se sabe que es más complicado meter la mano en la caja común.  Este es el camino que recorren cientos de miles de personas en este país, que sin ser políticos, pero si ser depositarios de la confianza de sus convecinos, para llevar adelante cualquier comunidad o asociación de vecinos. Son aquellas personas anónimas que se comprometen por el bien del común, y que en lugar de dejar en manos de “administradores” los asuntos comunales, dedican tiempo de sus asuntos familiares y personales a mejorar las condiciones de vida de sus semejantes, resolviendo múltiples problemas,  economizando esfuerzos del conjunto, porque unos cuantos se aprestan a resolverlos (gratis).
El otro papel que el político adopta es bien distinto, aunque es el que se ha extendido por todos los sectores de las administraciones públicas. Sin vocación de servicio al pueblo, en contra de lo que se suele afirmar,  estos políticos se dedican básicamente a gastar. Confeccionan unos presupuestos que contemplan gastos muy superiores a los ingresos, que realmente saben van a recibir, para hacer sus carreras políticas. Realizan actuaciones en función de la proyección mediática que tengan. Conocedores de la fuerza de la imagen para poder ser reelegidos o elegidos para más altas responsabilidades (la paga va en ello), se aprestan a planificar su agenda para conseguir foto tras foto en prensa escrita o digital, entrevistas en televisión o radio.  Este “trabajo” meticuloso donde los haya, les priva de la posibilidad de trabajar por los demás. Y ¡claro!, deben dejar en manos privadas los servicios que la ciudadanía necesita y paga mediante impuestos. Por otro lado, así casi sin darse cuenta, se quita el marrón de dar la cara, ya que las empresas privadas son las responsables de prestar el servicio. La ciudadanía se debe meter con ellas, no con él. Y además se encuentra, así como si no lo quisiera, con la posibilidad de que las empresas privadas, le den algún sobre, regalo,.. o favores contratando a amigos o familiares, realizando obras en su casa….
Evidentemente este segundo papel tiene mucho morbo y a él se han apuntado miles de políticos que ocupan cargos….
Fdo. Rafael Fenoy Rico

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