Desde que nacemos estamos en un precario estado de vida, solo que no nos damos cuenta porque nos gusta elucubrar que somos dioses. Como Putin. Como los comentaristas de “Sálvame” con contrato asegurado. Pero no hay nada seguro. Si no me creen, pregúntenle a un ucraniano que se veía ayer como nosotros con carrera, familia y futuro y ahora está enmarañado a un fusil de asalto. La realidad se nos presenta complicada cada vez que el aliento de la guerra nos da una bocanada. No nos preocupan las guerras de película casera, con noticias forzadas en telediarios. No las de países que nos traen sin cuidado, ni las que creemos que no nos van a afectar. Pero ésta que se ha sacado Putin de la manga, nos da de lleno en nuestras reservas de girasol vital.
Supongo que por eso el hormiguero está revuelto, las gasolinas disparadas y la gente en fase pre pandémica. Ya no se agotarán los rulos de higiénicos porque de los cuartos traseros vamos bien, que no es cosa de broma porque nunca hemos estado más en la cuerda floja de un loco desde la Segunda Guerra Mundial. No entiendo de vaivenes políticos, ni de las explicaciones de eruditos chinos sobre la necesidad de Putin de invadir Ucrania. Solo veo llantos, gente desplazada y miseria. Para todos, incluidos esos rusos que no nos han hecho nada como los españoles coetáneos de Franco no hicieron otra cosa que callar y sobrevivir a lo que se les había venido encima. Nadie negará el holocausto y sin embargo hay quien lo niega. Nadie negará la violencia de género y sin embargo hay quien la niega. Nadie negará que lo de Ucrania es villanía de necio y sin embargo veremos si la madeja no se corre y nos salen tomates en las medias.
No tengo miedo sino prevención de acontecimientos, porque veo caer las piedras al estanque mientras se embarra el agua. Veo niños que crecerán en el odio y el olor a pólvora, o exiliados o revenidos a un mundo destruido y confuso. Veo tiempos convulsos y huelgas por como en los primeros tiempos de la democracia que se nos hacen tan lejanos y que sin embargo son tan necesarios de recordar para valorar lo que tenemos. Porque el holocausto está ahí, la violencia de género esta ahí y los dictadores e imperialistas están ahí, a la vuelta de la esquina.
