“Tengo miedo”

Publicado: 10/07/2025
Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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El problema no es tener miedo, es intentar ocultarlo, no hablarlo, no compartirlo, no enfrentarlo. Tener miedo es parte inherente del ser humano
Es triste observar que vivimos en una sociedad que tiene miedo, que se oculta, que calla para evitar el conflicto, o que grita e insulta con el mismo propósito; ambas situaciones son parte de ese miedo incontrolado que no nos deja avanzar. La actual educación social nos está enseñando que hay que aparentar ser fuertes, que llorar es de débiles, que dudar es de inseguros y que tropezar es de fracasados; por lo tanto, reconocer un error, pedir disculpas o perdón está fuera de cualquier opción.  

Esa premisa es la que cada día vivimos tras pantallas pequeñas, dentro de un enorme mundo controlado por aquellos que conocen bien nuestros miedos y juegan con ellos, utilizándolos para sus propios beneficios. Ese miedo dejó de ser una emoción humana, necesaria y protectora para convertirse en una vergüenza, el hazmerreir de los supuestos valientes, esos que sacan tajada y nos confinan a vivir tras de un móvil, del trabajo, de las prisas.

Nos escondemos en una risa que no sentimos o en un “todo bien o no lo sabía” para salir al paso. Evitamos mirar a los ojos y no miramos de frente, a la cara, a todo aquello que nos duele o nos hace daño. Para muchos, es más fácil aceptar lo que venga, disculpar lo que hagan o culpar a otros con tal de que no nos afecte, que no nos toque, que no nos señalen. El miedo nos tiene atrapados, esquivando conflictos como si fueran charcos, esperando que pase el temporal.

Pero el problema no es tener miedo, es intentar ocultarlo, no hablarlo, no compartirlo, no enfrentarlo. Tener miedo es parte inherente del ser humano y la valentía, esa que tanto necesitamos en estos tiempos, implica actuar con ese miedo, que no es nuestro enemigo, es una señal que estamos vivos, que es real. Pero hacemos caso a quienes nos controlan y atrás quedó nuestra humanidad, llena de sentimientos y emociones, donde el miedo siempre estuvo presente.

Hoy todo nos invita a la apariencia, a la velocidad, al silencio cómodo y necesitamos parar, abrirnos a los demás y gritar: “Tengo miedo”. Y, aún así, actuar, levantar la cabeza y no ceder ante nada ni nadie, aunque nos falte la voz, aunque nos fallen las piernas. Cuando dejemos de tener miedo, con todo lo que ello implica, dejarán de engañarnos, de manipularnos, de aprovecharse de nosotros, y con o sin miedo, seremos más libres, y sobre todo, más fuertes. Que tiemble el poder si algún asumimos nuestro miedo.

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