La extrema derecha

Publicado: 30/07/2025
Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

VISITAR BLOG
En estas semanas hay algo que me ha inquietado profundamente: la normalización del discurso de la extrema derecha y su capacidad para contaminar
En estas semanas hay algo que me ha inquietado profundamente: la normalización del discurso de la extrema derecha y su capacidad para contaminar, no solo la conversación pública, sino también el comportamiento de las instituciones. Ya no se trata únicamente de esa verborrea barata que dicen ciertos líderes o de cómo manipulan el miedo y el descontento social; lo realmente alarmante es cómo sus ideas comienzan a permear cada vez más hondo entre las instituciones, organismos oficiales e incluso en los Cuerpos de Seguridad del Estado, que deberían actuar con neutralidad y respeto a los derechos de todos los ciudadanos.  

Tengo claro que cuando la extrema derecha gana terreno -ya sea en las urnas o en los medios-, arrastra consigo una peligrosa permisividad, creando un terreno de guerra que buscan constantemente, inseminando subliminalmente esa premisa de la que siempre parten: “El nosotros contra ellos”, dejando de ser un eslogan para convertirse en una directriz tácita que se cuela entre nosotros. Esto es un hecho y podemos constatarlo a través de las circunstancias que vivimos cada día, como lo ocurrido en Marbella, que no es un caso aislado, donde ciertas autoridades se sienten licenciadas a exceder sus competencias y actuar como garantes de un supuesto orden moral y nacional, por encima incluso de la legalidad o la ética: dos “guantás” bien dadas no hacen daño.

Esta influencia se traduce en agresiones verbales, abusos policiales, restricciones de derechos disfrazadas de protección del bien común y hostigamiento a colectivos vulnerables. Todo esto se ampara en la idea de que hay ciudadanos de primera y de segunda y que a estos últimos se les puede controlar, reprimir o silenciar “por el bien de todos”. Es una lógica peligrosa, porque corroe la confianza en las instituciones, convirtiendo ese miedo en política y la violencia en una herramienta aceptable que fomentan ante cualquier situación.

Pero cuando se infiltra la lógica de la extrema derecha -con su nostalgia autoritaria, su desprecio por la pluralidad y su obsesión por la pureza cultural o nacional-, el poder deja de ser herramienta democrática y se convierte en arma; y ese cambio, aunque se vista de legalidad, siempre es una forma de agresión; con o sin “guantá. Pero no quiero que se confunda una parte por el todo; no nos dejemos arrastrar por ese efecto bola de nieve, no entremos en juzgar a todo aquel que viste “el orden”. Al final, es esa la vil estrategia articulada: romper la armonía social, enfrentarnos y captar el voto, sin importar lo que ocurra en “la calle”. La libertad no es negociable y mucho menos para aquellos que añoran administrarla a golpes de miedo. 

© Copyright 2025 Andalucía Información