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Lo que queda del día

Sillón-ball

Andamos un poco huérfanos desde que el domingo finalizó el Mundial de fútbol. Todavía el lunes, con la retransmisión de la celebración, se prolongó un poco la sensación de seguir pendientes de la televisión, aunque el fin de fiesta, tras la intervención del “humilde speaker” Pepe Reina, fue bastante decepcionante, con tanto artisteo sobre el escenario sobando la copa que tanto ha costado ganar. Lo cierto es que los adictos al sillón-ball se han quedado vacíos, sin experiencias fuertes que le aferrén al trono ante el televisor, o, al menos, eso es lo que pensaron en un primer momento, hasta que tras la descontaminación futbolística llegó la iluminación, en plena hora de la siesta, con nombre de mujer: Madeleine. El col de la Madeleine, para ser más exactos, o lo que es lo mismo, Le Tour. Mejor aún, dos semanas más de emoción durante las que dosificar la adrenalina que nos quede en el cuerpo tras la liberación experimentada este domingo por la noche. Qué sería de nosotros sin el sillón-ball.

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