Puede haber quien lleve más tiempo. Puede que hasta no lo sepamos. Pero lo que sí sabemos es que allá por 1963 hubo una boda en Jaén que unió las vidas de Juan y Francisca. Un enlace matrimonial que los ha traído a ambos de la mano, caminando juntos uno al lado del otro, durmiendo junto, remando al unísono para sacar a sus tres hijos adelante y situarse en este 2023 con 60 años de casados. Están a un lustro solo de cumplir las bodas de platino. Y están así por sobreponerse a todo lo que han vivido, con algo tan sencillo como es el amor y el corazón. El que se robaron el uno al otro hace 65 años cuando se conocieron.
Una historia de las que quedan pocas. Tal vez porque esta vida de hoy en día lleva otro ritmo, otras situaciones y otras circunstancias. Será que el respeto que se tienen entre ellos les ha hecho superar cada momento que han tenido que afrontar. “Ha sido un camino largo y una vida en la que hemos luchado los dos. Hemos sido y somos un equipo para criar a nuestros hijos y ver crecer también a nuestros nietos. Y ha habido momentos duros, pero ahí ha sido cuando mi mujer ha estado también al pie del cañón”, afirma Juan que mira con ojos de enamorado a su Paquita, con la que el corazón le dio un brinco cuando se cruzó con ella la primera vez. Ella también saltó. Pero es esto de las emociones que aún hoy está a flor de piel en sus vidas. “Tres hijos y cinco nietos. Recuerdo cada nacimiento y por todo lo que hemos pasado en nuestra vida. Hacemos 60 años de casados y no sé si llegaremos a las de platino pero tantas cosas hemos superado juntos que podría ser”, señala emocionada Francisca.
Y es que la emoción es cuando se vuelven a mirar a la edad madura, mientras sus hjios y sus nietos contemplan el ejemplo que son para ellos. Ninguno olvida cada uno de estos años junto a sus padres. Ni sus yernos, que también se emocionan porque los ven como si fueran sus propios padres. Y en ese mirar del uno al otro se proyectan dos corazones llenos y dos almas que se han ido llenando cada día de sus vidas. Podríamos adivinar incluso qué se dicen al mirarse así mientras los ojos se empañan de satisfacción de acompañarse en una vida. Se dicen sin hablar. Se dicen hasta sin tocarse. Se dicen ese te quiero que la mente es capaz de interpretar y ese sale de las entrañas para llegar a donde han llegado.