Analicé el domingo pasado, desde mi azotea, el populismo político que la RAE define como una ordinariez, trivialidad, vulgaridad y ramplonería, vamos el modus operandi de la extrema derecha española con VOX (Abascal) y Se acabó la fiesta, (Alvise Pérez) al frente.
Ambos partidos ultras consiguen sus estatus político mediante engaños, bulos y mentiras difundidas por medios afines, añadiendo denuncias falsas en juzgados. Y se están encumbrando, no solo en España, sino en otros países europeos. Y yo me pregunto, ¿qué tipo de personas vota a esta gente?, ¿saben realmente que es la extrema derecha y cuales son sus postulados? Porque no me entra en cabeza que si se han leído sus programas políticos, les vote tanta gente.
Bajo mi punto de vista, el perfil del votante de estos partidos puede llegar a ser una persona crispada; harta de promesas, desengañada y apegada a los mensajes propagandísticos y agresivos que les llega por los distintos medios afines. Suele ser un electorado fiel que se moviliza mucho más que el electorado de los partidos tradicionalistas democráticos. Y, por supuesto, son de ideología de derechas.
En las ultimas elecciones, los líderes de Vox y Se Acabó la Fiesta han movido ficha muy bien en un tablero que conocen perfectamente y donde saben dar la medicina justa a sus votantes. Venden muy bien el pescado aunque esté podrido. Les anuncian que son los auténticos españoles; patriotas de verdad; pero muchos son de camisa azul y cangrejo. Pregonan que en España hace falta otra cruzada contra el comunismo; tal cual hizo el Movimiento Nacional cuando la Guerra Civil. Maquillan sus mensajes con datos falsos, y prometiendo que acabarán con el despilfarro y con las medidas comunistas aprobadas por este u otros gobiernos. Derogaran el aborto; la Ley de Violencia de Género; prohibirán y expulsarán a los inmigrantes que lleguen a nuestro país; derogarán las autonomías y su lema es bandera y patria. ¿Pero quién se cree esto?.
El plato fuerte de la ultraderecha es la juventud y saben movilizarla. Lanzan sus mensajes a la gente joven que no suelen ver futuro ni trabajo a corto y medio plazo. Venden bien, que aunque seas ingeniero, arquitecto, médico o astronauta, en España no tendrás futuro con estos gobiernos. Por tanto, el mensaje, la voz extremista cala muy fuerte a través de los fachatuber. Se trataría de votantes que todavía no tiene una idea clara de su ideología pero apoyan el Viva España y Abajo el Comunismo.
Juegan con la gente que lo que quiere es vivir bien. Tener un trabajo digno, vivienda y no pasar apuros a final de mes. Ahí está el caldo de cultivo de los extremistas. Y que son los gobiernos de turno los culpables de todo por corruptos y que ellos sin embargo, si llegan al gobierno, acabaran con la corrupción y les dará a todo el que les vote el maná que esperan, el oasis reparador. Y es aquí donde triunfan, porque tienen una labia magnífica para hacer creer que el sistema está podrido, que todos son unos corruptos, y que con ellos todo será mucho más fácil. Votarnos a nosotros y tendréis sueldos y vivienda digna, mayor y mejor protección social y económica, etc.
Como demócrata, tengo un gran respeto por las ideologías y por el voto de cada uno, como no podía ser de otra manera. Pero en España todavía tenemos cuestiones no resueltas. Tomemos la riendas de la democracia para hacer cambiar las leyes, reclamemos mas justicia social, más derechos para las personas sin hogar, más trabajo de calidad, que la educación universitaria sea universal y accesible para todos y que haya viviendas dignas para gente que no se lo puede permitir, etc.. Democraticemos más las instituciones y que PP y PSOE dejen de lanzarse piedras a cada tejado mientras la ultraderecha engorda y engorda como mero espectador. Es la asignatura pendiente.
Creo en la juventud. No pretendo, por principio democrático, influir en nada. Solo deseo que sean conscientes que el pueblo, ustedes, tienen el poder y que el poder y sus votos pueden cambiar gobiernos y leyes. Pero pensemos bien dos cuestiones. Una es a quién le damos el voto; informándonos, como no puede ser de otra manera, de los programas de gobierno de los partidos. Y otra, evitemos la abstención que roza ya más del 50 por ciento del electorado. Hay pues un descontento generalizado de la política en España y en Europa. Y en eso han colaborado todos los partidos que están hoy en el poder y con representación en el Congreso. Ahí está la clave.