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A(Em)prendiendo

Unidad de dirección

Es normal que coexistan objetivos diferentes e incluso contrapuestos, pero deben armonizarse para poder trabajar conjuntamente por un objetivo común

Un jefe y un plan para un grupo de actividades con el mismo objetivo. Así definía en 1916 el ingeniero Henry Fayol el principio de unidad de dirección para conseguir unidad de acción, coordinación de fuerzas y concentración de esfuerzos. Continuaba indicando que un cuerpo con dos cabezas, tanto en la esfera social como en la animal, tiene dificultades para sobrevivir.

En cualquier organización es normal que coexistan objetivos diferentes e incluso contrapuestos, pero deben armonizarse para poder trabajar conjuntamente por un objetivo común. Ni en los coches de autoescuela en los que aprendemos a conducir se colocan dos volantes, ni en los autos de choque de la feria hay más de uno funcional. A pesar de esto, abundan los casos en los que las diferentes cabezas al frente de una organización intentan que el conjunto avance hacia donde a cada una le interesa, rompiendo la dirección o dando bandazos sin avanzar. Cualquier actividad que haya que realizar en equipo permite complementar las habilidades de cada miembro con las del resto, pero también añade la dificultad de compartir una misma visión y propósito, o al menos conseguir que sean compatibles. En los equipos hay miembros que aspiran a mejorar la vida de las personas, otros buscan dinero y prestigio, y otros conseguir un medio de vida. Cuando estos perfiles dirigen al mismo equipo el conflicto surgirá más pronto que tarde.

Con la frase: “¿Quién mató al Comendador? Fuenteovejuna, señor”, hace más de cuatro siglos, Lope de Vega ilustraba la unidad y la solidaridad del pueblo. Esas que nos faltan en Jaén, y de las que tampoco van sobradas Andalucía y España, cuando no se promueve un desarrollo equilibrado. En nuestros tiempos, cada comendador da a los suyos y a los que necesita, y niega (o raciona) el pan y la sal a los demás. Ni Jaén, ni Andalucía, ni España son Fuenteovejuna, no vamos todos a una. Mientras nuestros comendadores se enfrentan y nos distraen con el socorrido “y tú más”, en Jaén seguimos perdiendo población y oportunidades. Ciertas inversiones públicas e infraestructuras ni se las espera. Pintamos menos que Jacinto en la boda, que era el novio y no lo esperaron. Ahora toca fiarlo casi todo al Cetedex. Ojalá traiga más riqueza y empleo que las oficinas, project managers, e impulsoras de proyectos que muchas veces acaban disolviéndose como azucarillos. La buena voluntad siempre ayuda, pero no alcanza. Necesitamos tener objetivos claros, coordinación y unidad de acción para avanzar y, además de capacidad de gestión, hace falta liderazgo.

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