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Jerez

Diez ‘mandamientos’ para una Feria ingobernable

Cualquier normativa debería inspirarse en el conocido ‘a vivir, que son dos días’, aunque en este caso sean ocho

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Una pareja se fotografía en el paseo de caballos

Lunes de Feria del Caballo

Artículo uno. La Feria del Caballo toma como principio y fundamento de su existencia el dicho popular que anima a vivir, sin más, bajo la ancestral creencia de que esto son dos días y la mitad de ese tiempo lo pasamos durmiendo o tomando pastillas e infusiones para procurarlo. Como gesto de gracia y buena voluntad, en Jerez se decidió tiempo atrás que merecía la pena estirar el chicle hasta los ocho días. Así que a vivir, que son ocho días, y ya han pasado tres.

Artículo dos. En esta tregua de ocho días –con sus correspondientes noches- quedan en suspenso -cuando no fuertemente custodiados en cajas de seguridad- todos los textos legales aplicables en los juzgados ordinarios. Ténganse únicamente en cuenta las costumbres o síganse a pies juntillas las letras de las coplas transmitidas de generación en generación. Puede tomarse como referencia esa de Salmarina que dice aquello de “pa quearte sentaíta no bajes niña a la Feria” o “si la malaje se asoma tú no le des cuartelillo”. Aquí se viene a lo que se viene y el que no quiera, es mejor que no venga.

Artículo tres. En cada uno de los múltiples accesos al parque González Hontoria se constituirá un alto tribunal legitimado para permitir o denegar la entrada de 'metepatas' en general, entendiéndose como tales a aquellos en los que se presuponga actitud de liarla en el más amplio sentido de la palabra, pero también a quienes exhiban sin disimulo un rictus que pueda considerarse excesivamente circunspecto. Llegado el caso, a este último subgénero se les podría ofrecer un par de copas para facilitar su inmersión en el Real. Eso sí, la tercera ya correría por su cuenta.  

Artículo cuatro. Queda terminantemente prohibida la entrada al recinto de cualquier miembro de la Muy Ilustre y Caballera Orden Depresiva de los Nostálgicos Sin Fronteras Ni Remedio. Sin tribunal ni nada. Ya nos hemos enterado de que sus ferias eran mejores que las de ahora, que antes se comía y se bebía en condiciones, que la gente sabía vestirse y comportarse, que todo era más barato y que se vivía muchísimo mejor. Ea, pues que sigan evocando todo el pasado que perdieron para que quien quiera pueda vivir su presente sin complejos.

Artículo cinco... Sin premio.

Artículo seis. Los caseteros estarán obligados a bla, bla y bla, pero sobre todo pondrán todo su esmero en hacer lo más llevadera posible la cola del baño, porque al igual que consumimos la mitad de nuestra vida durmiendo, salvo anormalidad fisiológica es ahí donde por estadística pasamos cuatro de estos ocho días de Feria. Apártense por tanto los palés de seven up y los barriles de cerveza vacíos y favorézcanse las condiciones idóneas para que los usuarios puedan socializar con frases del tipo “esto no avanza” y otras de similar naturaleza.

Artículo siete. Quienes no sepan bailar sevillanas tienen todo el derecho del mundo a hacerlo, y quienes no reúnan los requisitos mínimos para hacerlo por bulerías, también. A modo de justa contraprestación, quienes los observen pueden -si se tercia- reirse de su nula destreza. Porque si quisiéramos ver a la gente bailar por derecho nos sacaríamos un abono para el Festival de Jerez y la Feria –Deo gratias- no es un certamen internacional de cante y baile. Participe. No se corte. ¿Cuándo va a compartir tablao con gente que tiene arte y gracia para bailar sin que llamen a los guardias?

Artículo ocho. Aquellos espacios de los paseos principales que queden libres entre caballos y donde más apriete el sol deberán reservarse para uso exclusivo de turistas, preferentemente centroeuropeos e incluso de más arriba, que dejarán sus carnes al aire para que una vez de regreso a sus casas puedan mostrar de manera didáctica los efectos de los rayos ultravioleta y lo que duele eso.

Artículo nueve. De regreso a casa, los autobuses urbanos se consideran espacios de paz, silencio y meditación interior. Se prohíbe expresamente preguntar de manera reiterada si esto pasa o no pasa por el MOPU o cualesquiera de los otros puntos del callejero de la ciudad. En los recorridos de ida hacia el parque González Hontoria sí está permitido contar vida y milagros propios y ajenos al resto de usuarios. Pero de vuelta no, porque para socializar ya está la cola del baño...

Artículo diez. Ante cualquier duda que pudiera plantear este amago de normativa, prevalezca siempre el sentido común, aunque no sea lo más habitual. Y sobre todo, impóngase sobre cualquier otra cuestión el mutuo respeto entre todas las personas, por muy diferentes que sean.

Ni por mucho madrugar amanece más temprano ni por mucho legislar podremos nunca ordenar el modo de divertirse de jerezanos y visitantes, que repiten año tras año y cada vez en mayor número precisamente porque les gusta lo que ven. Así que disfruten de lo que queda, incluso aunque les toque trabajar... 

Nota aclaratoria: Si ha pensado que el texto anterior supone una enmienda a la totalidad de cualquier normativa es producto de su imaginación..., o no. 

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