Barbate volvió a cruzar el Estrecho para estrechar lazos con Larache. Del 18 al 20 de julio, la ciudad marroquí acogió la IV edición del Festimar, un festival dedicado a la hermandad, la convivencia y el intercambio cultural entre pueblos unidos por la historia, el mar y la tradición. Una cita que, una vez más, tuvo a Barbate como protagonista de una representación institucional, artística y gastronómica que dejó huella en ambas orillas.
La delegación barbateña estuvo encabezada por el alcalde, Miguel Molina, y la delegada municipal de Cultura, Ana Valencia, quienes participaron en el acto inaugural del festival, reafirmando el compromiso del municipio con este hermanamiento cada vez más sólido. En su intervención, el alcalde destacó “la importancia de la cultura como nexo de unión entre los pueblos, así como el papel de Barbate en la defensa de la paz, la justicia social y la promoción del talento local”.
Gastronomía de almadraba y arte flamenco
Barbate acudió al Festimar con una embajada que combinó lo mejor de su tradición culinaria y expresión artística. Los asistentes pudieron disfrutar de una degustación de productos del mar, con especial protagonismo del atún rojo y los productos de almadraba de la empresa local Petaca Chico, que colaboró estrechamente con el Ayuntamiento para llevar hasta Larache una muestra de la excelencia gastronómica barbateña.
Junto al sabor del mar, también viajó el arte: el cuadro flamenco de Ana Florido puso el alma andaluza sobre el escenario, en una programación multicultural que combinó flamenco, carnaval, música tradicional marroquí, actividades deportivas, coloquios científicos y espectáculos de ambas orillas.
Compromiso de futuro
La clausura del festival, celebrada el domingo, dejó un balance muy positivo y emotivo. Desde el Ayuntamiento de Barbate se agradeció “la cálida acogida del pueblo de Larache”, así como la oportunidad de seguir reforzando esta relación entre dos localidades unidas por la historia y el mar.
“La presencia de Barbate en el Festimar no es solo un gesto institucional: es una apuesta por la amistad duradera, por la cultura compartida y por un futuro de respeto mutuo y cooperación”, subrayó Ana Valencia tras el cierre del festival.
Con el aroma del atún rojo aún presente en el aire de Larache, Barbate regresa a casa con la satisfacción de haber vuelto a ser embajador de lo que mejor sabe ofrecer: cultura, sabor y hospitalidad.